NUMBER FIVE / FALL 2001 - SPRING 2002

Jorge Luis Borges y la Estética del Simulacro

Héctor Mario Cavallari
Mills College



Hacia una estética borgeana: mirada de conjunto

Este trabajo aborda un discurso estético, es decir, un lenguaje artístico singular: el lenguaje narrativo elaborado por Jorge L. Borges a lo largo de unos cincuenta años (1940-1990). En lo específico, me voy a referir a ese nivel fundamental que permite captar una especie de arte poética profunda, subyacente a los numerosos libros que integran la obra borgeana. Desde esta perspectiva --y como la crítica ya lo ha dejado "establecido"--, un recorrido abarcador de dicha obra revela que, a través de múltiples niveles y estrategias de compleja significación, el discurso incorpora una serie de ideas y reflexiones sobre el estatuto de la realidad, del lenguaje y de la consciencia humana, informando de un modo único una temática que ha sido objeto de largas preocupaciones filosóficas y artísticas.

En términos amplios, las complejas articulaciones de la escritura de Borges pueden delimitarse en las dos dimensiones fundamentales de su estructura discursiva.1 En el plano del contenido, incorpora un cúmulo de nociones milenarias con las que la humanidad se ha venido enriqueciendo a sí misma acerca del carácter relativamente ilusorio de "la realidad" y del espejismo simétricamente solitario de "la consciencia". En el plano de la expresión, las formas narrativas vuelven una y otra vez sobre sí mismas mediante vínculos polisémicos que repiten y reflejan diversamente la estructura del proceso configurativo, según la famosa metáfora del laberinto diseminada por el propio autor. En la cuentística de Borges, el acto de escribir se perfila como una práctica de lenguaje que, a través y por debajo de todo lo que "dice", representa un proceso de ficcionalización.

En este trabajo examino las proyecciones estéticas de la relación entre "lenguaje" y "realidad" en la obra de Borges. Al hablar de proyecciones estéticas incorporo implícitamente una hipótesis de base ya avalada por la crítica: la suposición de que el discurso literario borgeano tiene una marcada y sostenida coherencia (Barrenechea 1957, Molloy 1994). Por el lado del contenido, delimita un campo ideacional a través de un conjunto sistemático de temas: "el olvido, el sueño, el tiempo, la muerte, el autorretrato, la memoria y la eternidad" (Earle 3). En cuanto a la expresión, el "laberinto" del trabajo verbal se realiza mediante reiteradas figuraciones de búsqueda y de interrogación dirigidas al propio campo de la palabra. Creo que una de las constantes de este discurso es el entrecruzamiento entre lo vital y lo verbal: para Borges, ficcionalizar la experiencia humana del mundo se postula como una actividad inseparable de la meditación o la disquisición acerca del lenguaje mismo, es decir, de la palabra artística que habla o escribe. Los límites de la existencia tienen su doble en los del lenguaje; de modo que mundo y palabra se aúnan en la similaridad de sus respectivas estructuras.

Dentro de este marco fundamental, como comentaré más adelante, la forma de lo ilusorio también establece un paralelismo entre los procesos del "decir" y del "ser", o sea, de la escritura y del devenir existencial concreto y, por extensión, entre los órdenes de las palabras y las cosas del mundo. No es casualidad que Michel Foucault haya comenzado su famoso ensayo, Las palabras y las cosas (1968), con un comentario sobre Borges y el convencionalismo de todo orden humano. "Ilusión" constituye así el vocablo certero y clave de este otro espejismo que recala en el paralelo lenguaje/mundo como "dato" objetivo y cuyo engaño revela justamente la escritura. En esto, Borges hace pensar en ciertas ideas clave de Ortega y Gasset sobre el dominio del arte. En "Meditación del marco", por ejemplo, el filósofo español escribió:

El cuadro, como la poesía o como la música, como toda obra de arte, es una abertura de irrealidad que se abre mágicamente en nuestro contorno real. [...] Cuando miro el cuadro, ingreso en un recinto imaginario y adopto una actitud de pura contemplación. [...] Es la obra de arte una isla imaginaria que flota rodeada de realidad por todas partes. (1967: 116)

Esta "abertura de irrealidad" propia de la literatura y de las demás artes define aquí la especificidad de lo estético y distingue lo artístico de esos modos de situarse ante la realidad que buscan aprehenderla o asirla; modos, cabe notar, de los cuales numerosas figuraciones textuales del "autor" se han desengañado, como en el caso del soñador soñado del cuento "Las ruinas circulares" (1941).

Llegamos así al hecho de que, para Borges, la auténtica escritura se da al filo de la esencia y la existencia, del no-ser y la presencia, de la oquedad y el concreto espacio-tiempo, del recuerdo y del olvido, de la carencia y el ansia. Por eso la ficción, el relato o la escritura sólo pueden idearse adecuadamente como textualidades de acontecimientos, es decir, como formas concretas de emergencia: pulsión, tránsito, secretas circulaciones de sentido que advienen al vocablo ser en el trabajo textual concreto de la palabra. Por otra parte, para el sujeto ficcional de la cuentística borgeana --desdoblado en sujeto existente (parlante) y sujeto verbal (discursivo)--, "ser" y "decir" se equiparan por su esencia y su experiencia: ambos fenómenos comparten el movimiento de la errancia sin fin; ambos son flujo, fuga y desplazamiento en la dialéctica de la presencia y la ausencia.

Como el significado del signo (en el terreno verbal), toda vivencia "original" (en el dominio del "ser") sólo se hace captable como vestigio que queda de ella en la repetición. Como en el pensamiento derrideano, Borges tematiza la índole profundamente inaprehensible de todo referente original o primario mediante las imágenes de la ausencia y de la insistencia repetida. En cierto sentido, de modo latente y no reductivista, la experiencia estética del discurso borgeano indica que se es lenguaje, que se está en, por, según y mediante la articulación de la palabra viva: texto hablado, escrito, pensado o soñado, que para el caso da igual. De modo que la premisa fundamental es aquí la observación de que, inevitablemente, tanto las simbolizaciones de la experiencia vital (ser) como las del quehacer literario (decir) se inscriben como representaciones textuales de una palabra que vuelve sobre sí misma. Se trata, entonces, de abordar este "decir" como algo que no sólo se ejerce en la expresión ficcional (el relato concreto que el lector efectivamente lee), sino que además queda circunscrito como objeto de reflexión, como hecho representado en el contenido mismo del texto.

Si bien los cuentos y numerosos ensayos de Borges configuran un espacio discursivo en cuya densidad se entrecruzan las representaciones de la existencia y de la escritura, la poética de la ficcionalización borgeana (explícita e implícita), que caracterizaré más abajo, insiste en afirmar que "vida" y "poesía" no pueden ni separarse ni reducirse una a la otra, vinculándose ambas como modalidad de inscripción del sujeto hablante en la escritura. En numerosos textos de Borges, toda indagación a través del lenguaje literario constituye, en alguna medida, una inquisición del lenguaje artístico mismo y una autoindagación del sujeto que se inscribe como hablante en el texto. De manera que muchos relatos pueden ser leídos, de modo directo o alusivo, como afirmación "entre líneas" de una poética implícita.

En las "ficciones" de Borges, hablar, ser, estar y soñar se entrelazan hasta el punto de poder distinguirse relativamente sus dominios, pero no de separarse ya entre sí. La visión estética del autor concuerda en esto con la de ciertos fenomenólogos. Ludwig Binswanger, por ejemplo, afirma que "nuestra patria espiritual es el lenguaje; porque el lenguaje es aquello que, en todos nosotros, sueña y crea antes que el individuo mismo se haya puesto a soñar y crear" (132). Análogamente, como se aprecia en el emblemático "Borges y yo", la experiencia vital y la construcción verbal se desdoblan en el texto como punto de cruce entre lo "objetivo" y lo "subjetivo", es decir, entre el lenguaje y el sujeto hablante, o también entre la vida y el autor que existe en cuanto escribe.

Transida enteramente por una filosofía profunda del acontecer, de lo eventual y lo aleatorio, la estética del discurso de Borges no puede ser reducida a una visión dualista maniquea según la cual "ser" (mundo) y "decir" (lenguaje) denotan entidades substancialmente incompatibles, elementos mutuamente excluyentes o dominios unilateral y exteriormente contrapuestos. El proceso intrínseco de la escritura de este narrador y poeta traza un derrotero que supera la idea de una escisión radical entre los conceptos, principios y categorías no sólo pertinentes al binomio lenguaje-mundo, sino también a los demás dualismos fundamentales de la imaginación occidental. En este sentido, cabe hablar de una escritura que se ofrece como una "respiración" por la que circulan, conectándose y dialogando entre sí, los elementos del "ser" y del "decir" tradicionalmente separados y alienados unos de otros en nuestra cultura. En el discurso literario de Borges, la escritura revela su condición de inscripción: circulación de la práctica configuradora por los sedimentos de los signos; errancia sin fin de los efectos de sentido en la cadena significante; ironía de las marcas, de las huellas, de lo "(in)estable" que dispersa y difiere sin fin aquello que convoca y reúne.


Poética borgeana de la ficcionalización

¿Por qué hablar de "ficcionalización" y en qué condiciones hacerlo? Es sabido que, tanto en sus ensayos como en sus relatos, Borges manifestó siempre un notorio escepticismo epistemológico respecto del valor último de la filosofía y de la ciencia como formas de alcanzar y establecer una verdad duradera, es decir, de validez trascendental. Esto se hace tal vez más evidente en el hecho mismo de que la escritura borgeana haya encarado sistemáticamente los discursos científicos y filosóficos como formas de "ficción", es decir, como prácticas discursivas de "invención" afines o análogas, en cierta medida, a la actividad modelativa que se opera en la ficción literaria. Se puede afirmar que, en la escritura borgeana, es a través de la invención de modelos de la experiencia que las disciplinas científicas ejercen la "especulación" y se acercan o se comparan así, en determinado sentido, a las formas "literarias" de la ficción. Como ejemplo, baste mencionar la topografía conceptual de superposiciones y entrecruzamientos consistentemente desplegada en los escritos de Otras inquisiciones (1952) y de El Aleph (1949), o los de Ficciones (1941-1944) y de Historia de la eternidad (1936).

Un aspecto de suma importancia radica aquí en el modo de enfocar la práctica discursiva que se tiende en la textualización de dichos escritos: para mí, en efecto, éstos no sólo ficcionalizan el concepto de discurso científico o filosófico especulativo en el plano exclusivo del enunciado, sino que tienden además a borrar los límites tradicionales entre "discurso ficticio" y "discurso de verdad" en el plano de la enunciación. Por ejemplo, podemos preguntar: ¿es, digamos, el texto intitulado "Pierre Menard, autor del Quijote" una disquisición lingüístico-filosófica bajo la forma de un relato aparentemente ficcional --vale decir, ficticiamente ficticio--, o es un cuento literario que incorpora y pone en juego determinados conceptos científicos y filosóficos acerca del lenguaje artístico y de la escritura? ¿Paradigma de la "verdad" o de la "ficción"? Ante tal formulación de la pregunta, confrontándola, quiero proponer un desvío por el cual la producción borgeana puede leerse como una sostenida actividad que cuestiona de diversos modos las bases y supuestos epistemológicos que sustentan semejante distinción categorial. En otros términos, es la propia forma antinómica de la pregunta la que debe quedar remitida, de modo implícito, a todas aquellas estructuras que en la llamada "civilización occidental" permiten y requieren precisamente tal modo de formulación.

De entrada, entonces, y para poner las cosas sobre una base teóricamente más sólida, es necesario hacer la formulación siguiente: pienso que, puesta así la pregunta anterior --sobre la base del verbo ser, i.e., si el texto "es" esto o "es" aquello otro--, sólo podríamos hacer un análisis cuyas premisas quedan ya des-veladas (mostradas y expuestas) por el tipo de escritura que se plasma precisamente en un texto como "Pierre Menard, autor del Quijote": se trataría de un análisis improcedente. Proyectando la pregunta anterior hacia "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", en vez de sugerir un deslinde de si el relato "es" esto o eso otro, voy a implementar un enfoque según el cual el concepto de escritura se hace inseparable del de lectura. En este escrito, ambos conceptos se especifican como prácticas discursivas, es decir, como ejercicio (actividad, violencia, interpretación) de un procesamiento verbal que se predica y actúa sobre otros procesamientos del mismo registro, es decir, del campo gobernado por la acción del lenguaje.

Esta propuesta señala un aspecto teorético clave inherente al presente trabajo, aspecto que constituye también el marco conceptual que se dibuja en el texto de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", según el camino de lectura que voy a trazar en lo que sigue. El hacer sustituye al ser; la inscripción sustituye al objeto real; lo dicho sustituye a lo referido. En el campo de discurso que aquí se aborda, entonces, hablaré de modalidades de "ficcionalización" en los términos concretos de las estrategias figurativas para la construcción de sentido, o más precisamente, de efectos de sentido. Siguiendo (y persiguiendo) las propias pautas del texto borgeano, he optado por trazar una lectura de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" desde los significantes del espejo y de la enciclopedia, con su red generativa de efectos inherentes, referidos a un simulacro posible o imposible, probable o improbable, pero siempre ya inscrito como tal en la letra del deseo que se manifiesta en este relato: deseo de discernimiento y revelación cuya estructura se concreciona en la foema metafórica de un viaje a través de diversos escritos hacia ese otro mundo ideal cifrado en el imaginario (vale decir, ficticio) Tlön.


El espejo y la enciclopedia

Habiendo borrado la marca divisoria tradicional entre "discurso de ficción" y "discurso del saber" --habiendo puesto en evidencia el estatuto convencional de dicha marca--, Borges afirmó (sin embargo) para la filosofía y la ciencia otro tipo diferente de valor, atribuyéndoles una cualidad en cierto sentido "literaria", como monumentos de la imaginación y como tributos a (y de) una profunda y sostenida voluntad de invención bajo las formas diversas del "conocimiento". Uno de los mejores ejemplos de esta posición se encuentra en "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius". Este relato especifica una de las más sutiles y articuladas expresiones de la imaginación borgeana respecto de la confluencia de la filosofía, la ciencia y la literatura en el registro de la ficción. Consecuente con las pautas del sistema de escritura que he llamado "imaginación borgeana", el texto de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" se expresa como discurso (seudorreal) de comentario referido a un discurso (seudoficticio) de tipo enciclopédico. Con el pretexto de discutir las formas culturales del ficticio (es decir, inventado) país llamado Uqbar, encontrado en el no menos "ficticio" artículo de una enciclopedia ficticiamente "real", el relato ensaya una imitación, un simulacro verosímil, de la crítica de ciertos sistemas fundamentales que sustentan el llamado "pensamiento occidental". De este modo, la configuración textual de "Tlön..." involucra la imbricación en profundidad de tres discursos según la siguiente estructura: el cuento que leemos (que por claridad llamaré el texto-borges) se presenta como (o sea, imita y duplica) otro texto (que llmaré el texto-comentador), que a su vez "lee" (representa e interpreta) otro texto (el texto-enciclopedia) en el cual se textualiza la invención de un país o de un "orbe" enigmático llamado Uqbar.

Esta multiplicación intratextual produce en la práctica de lectura un efecto de distanciamiento que permite captar lo que podríamos llamar el taller de la escritura como forma de "invención": i.e., revela y despliega el proceso constructivo del "sentido". Articula, además, el desplazamiento incesante de los registros incorporados: de lo "real" (en el texto-comentador) se pasa a lo "ideal" (en el texto-enciclopedia), para culminar en lo "fantástico" (en el plano orbital --tal vez el "orbis tertius" del título-- del texto-borges). Al decir "texto-borges" me refiero al texto del autor implícito, el del implied author que ha definido Seymour Chatman (1990), señalizando mediante la "b" minúscula la diferencia entre este "autor" formal (construido al interior del relato) y Borges el autor real. Esta multiplicación intratextual, como forma interior del cuento, está señalizada en la disposición externa del relato, aunque de un modo no coincidente. Efectivamente, en apariencia, el cuento consta también de tres partes claramente delimitadas; pero, a mi juicio, esta disposición puede ser captada de otra manera: el texto-borges se articula en dos partes, la primera de las cuales está fechada en "Salto Oriental, 1940" y consta de dos secciones (marcadas mediante los números romanos "I" y "II"); y la segunda de las cuales se identifica como "Postdata de 1947". Cabe hacer notar que la fecha de esta "Postdata" es ficticia, ya que apareció así escrita en el texto original publicado en 1941, en el libro El jardín de senderos que se bifurcan.

Por otro lado, el discurso textual multiplicado señala el juego de los significantes del espejo y la enciclopedia como generadores de lo escrito en una pluralidad de niveles. En efecto, el texto del relato se inicia con las reveladoras palabras siguientes: "Debo a la conjunción de un espejo y una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar" (Obras 431). Colocados en el comienzo mismo del relato, estos significantes marcan explícitamente su origen, tanto en el sentido literal de "inicio" (puesto que con ellos arranca efectivamente la metonimia del discurso) como en el figurado de "genealogía" (dado que han sido tema de una conversación cuyo resultado es la escritura del cuento inscrito en el texto-borges. De modo que el espejo y la enciclopedia operan por intersección y simultaneidad en los planos genealógico y textual del inicio discursivo de "Tlön..."

El enunciado se coloca, de entrada y enteramente, bajo la conjunción de estos dos signos; y subrayo aquí "conjunción" para enfatizar el sentido copulativo de este vínculo gramatical y semántico. En la densidad misma del lenguaje de "Tlön...", en efecto, el espejo conduce e induce a la palabra, al suscitar en la conversación entre los personajes de "Borges" y Bioy Casares" una referencia al ficticio Uqbar en la que aparece mencionada explícitamente aquella modalidad relacional copulativa, usada aquí en sentido sexual: "Entonces Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres" (431).

A partir de esta escena priviligiada de la escritura, y comenzando con la doble cópula inicial --que multiplica "la conjunción de un espejo y una enciclopedia" con la mención del "abominable" coito humano--, las instancias de la multiplicación y del acoplamiento en el texto de "Tlön..." son muy numerosas y se deslizan hasta el final del relato, la "Postdata de 1947", en la cual "Borges", el autor-comentarista, declara: "Reproduzco el artículo anterior [i.e., la primera parte con sus dos secciones numeradas] tal como apareció en la Antología de la literatura fantástica, 1940, sin otra escisión que algunas metáforas..." (440). Por lo demás, el cuento concluye con el testimonio de una alarmante y multiplicada proliferación discursiva:

El contacto y el hábito de Tlön han desintegrado este mundo [i.e., el mundo "real" del comentarista Borges]. Encantada por su rigor, la humanidad olvida y torna a olvidar que es un rigor de ajedrecistas, no de ángeles. [...] Ya en las memorias un pasado ficticio ocupa el sitio de otro, del que nada sabemos con certidumbre --ni siquiera que es falso. [...] Una dispersa dinastía de solitarios ha cambiado la faz del mundo. Su tarea prosigue". (443, énfasis míos)

El "rigor" de Tlön no es otro que el mapa de una topografía conceptual "humana, demasiado humana", como diría Nietzche: cartografía del orden sistemático que se construye en la representación de las escrituras y en la repetición especular del pensamiento. Ahora bien, hablar metafóricamente de espejo implica en primer lugar todo un conjunto de efectos: reflejo, duplicación y reduplicación; diferimiento y simetría; inversión y circular reciprocidad. El espejo evoca también la delimitación de un enfoque o encuadramiento parcializador, ya que puede referir metafóricamente al marco cuadrangular del cuadro pictórico o de la pantalla cinematográfica. Cada uno de estos efectos distanciadores conlleva principios específicos de construcción semiótica que los diversos planos integrados en "Tlön..." han incorporado y conjugado magistralmente. Elijo como ejemplo uno de los más abarcadores, estructuralmente hablando, ya que especifica un aspecto de la estrategia narracional englobante. Me refiero al principio especular de la reflexión, que conlleva el de la multiplicación en imágenes. Las determinaciones formales del autor real, Jorge Luis Borges, se reflejan en las de "Borges", el sujeto ficticio que asume textualmente la función narrante. Este sujeto ejerce la palabra y se presenta ficticiamente como autor directo, personal y anecdótico, en la figura del narrador-comentarista intradiegético. Pero esta reflexividad se multiplica especularmente al reduplicar la estrategia en la incorporación de otros numerosos "autores" en el relato:

Se conjetura que [Tlön] es obra de una sociedad secreta de astrónomos, de biólogos, de ingenieros, de metafísicos, de poetas, de químicos, de algebristas, de moralistas, de pintores, de geómetras...dirigidos por un oscuro hombre de genio. Abundan individuos que dominan esas disciplinas diversas, pero no los capaces de invención y menos los capaces de subordinar la invención a un riguroso plan sistemático. Ese plan es tan vasto que la contribución de cada escritor es infinitesimal. (434-435)

Uno de estos escritores del vastísimo proyecto Orbis Tertius es un tal Johannes Valentinus Andreä, "un teólogo alemán que a principios del siglo XVII describió la imaginaria comunidad de la Rosa-Cruz --que otros luego fundaron, a imitación de lo prefigurado por él" (433). Esta "imitación" de lo imaginario en el "mundo real" se repite cabal y enteramente en el texto-borges y se lleva a término en la "Postdata de 1947", al desbordarse y reproducirse el ficticio mundo ideal de Tlön en el mundo "verdadero" del autor-comentarista.



Dejando de lado las numerosas repeticiones de esta estrategia en el relato --i.e., la incorporación referencial de muchos otros "autores" en la superficie del relato--, cabe señalar su efecto más radical, aunque también menos "visible". El "reflejo" recíproco y circular del autor real en el autor ficticio constituye un dispositivo que ya no opera solamente en el plano del discurso representado (texto-enciclopedia), sino que se hace consubstancial con el discurso representante (texto-comentador). Escribe "Borges", el "autor"/comentarista del texto-borges:

Hacía dos años que yo había descubierto en un tomo de cierta enciclopedia pirática una somera descripción de un falso país; ahora me deparaba el azar algo más precioso y más arduo. Ahora tenía en las manos un vasto fragmento metódico de la historia total de un planeta desconocido". (434)

En el texto-comentario, "Borges" simula (representa) escribir no una ficción sino un artículo o ensayo sobre un mundo inventado, sobre un "falso país": el cuento que efectivamente leemos --"Tlön, Uqbar, Orbis Tertius"-- sería ese "ensayo" (y no un cuento de ficción literaria, como lo es realmente). Dicho "ensayo" supone referirse a tres libros reales: el ejemplar "marcado" (o alterado) del tomo XLVI de la Anglo-American Cyclopaedia, el que contiene la nota sobre Uqbar; el ejemplar "regular" del tomo LXVI de dicha enciclopedia, que sirve para comparar el ejemplar "marcado" y comprobar que la nota sobre Uqbar sólo aparece en este último; y el onceno tomo de la Primera enciclopedia de Tlön. La representación fundamental --constituyente del texto-borges--encierra la representación multiplicada de estos tres textos. El primero y el tercero son inventados, o sea que son sólo ficticiamente "reales"; el segundo texto, la Anglo-American Cyclopaedia, existe realmente (independientemente del cuento que estoy analizando en este escrito) y funciona entonces como una figura "realista" más dentro del texto-borges, junto a otras figuras indiciales de la misma índole: "Buenos Aires", "Adrogué" o "los ferrocarriles construidos por los ingleses", por ejemplo.

De modo que, mediante esta estrategia del texto dentro del texto, se tiende a borrar o a confundir la división entre los niveles de "realidad" y de "ficción", como el propio Borges lo explicó en una conferencia que dio en Montevideo en 1949.2 En este caso, el ejemplar "marcado" y la enciclopedia de Tlön simulan ser tan "reales" como el ejemplar "regular" de la Anglo-American Cyclopaedia. Además, al marcar explícitamente los textos de la enciclopedia de Tlön y de la nota sobre Uqbar como discursos ficticios, el texto-comentador (que, no lo olvidemos, es el modo como se presenta el texto-borges) se marca a sí mismo, intrínsecamente, como discurso real. Sin embargo, cabe recordar que todo esto --lo que se representa explícitamente como "discurso ficticio" y también lo que pretende pasar por "discurso real"-- forma parte del simulacro de la ficción borgeana configurada en el cuento "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius". La ficcionalización consiste así en crear la ilusión "laberíntica" de que se está leyendo un artículo expositivo cuyo autor es un sujeto real que "lee" otros artículos, notas, cartas, documentos o libros del mismo registro. Algunos de estos escritos se denominan "reales" porque se refieren al mundo histórico-empírico como instancia última y absoluta de verificación; otros se conocen como "ficticios" porque remiten a referentes inventados, vale decir, inexistentes "fuera" del texto que los invoca. La multiplicación de niveles permite, además, una colosal inversión simétrica: en la primera parte del cuento, la "realidad" invade el dominio de la "invención" mediante la lectura que el texto "empírico" del comentador ejerce sobre el texto "ficticio" de la nota sobre Uqbar y la enciclopedia de Tlön; mientras que, inversa y recíprocamente, en la segunda parte (i.e., las "Postdata de 1947") lo inventado invade el terreno de lo "real", puesto que el "rigor" del mundo de Tlön conquista el orden terrestre. Se implementa de este modo el efecto invertidor del espejo que metaforiza los efectos especulares del lenguaje y del pensamiento, atravesando la totalidad articulada del texto-borges.

Esta recíproca "invasión" que el plano de lo ficticio opera sobre el de la "realidad" se configura de dos modos complementarios. Primero, los sistemas discursivos idealistas de Tlön constituyen una imitación invertida de los sistemas de la (ficcional) "empiricidad histórica" del comentador: lenguaje, literatura, historia, metafísica y psicología. Se funden así los planos de sus respectivos imaginarios. Segundo, aparecen concreciones de objetos ideales (algunos de los hrönir descritos en la enciclopedia de Tlön) en el mundo empírico del texto-comentador, lo cual significaría que la idealidad ficticia de Tlön va cobrando expresión material en el "mundo real" de "Borges". Pero resulta que, para la lectura intrínsecamente programada en el cuento que efectivamente leemos, esos "objetos" que aparecen en el "mundo empírico" no son sino otras tantas figuras del lenguaje ficcional del texto: ni el mundo de Tlön ni el de "Borges" (el comentarista) poseen "realidad" alguna más allá de la textualidad del cuento, del cual tanto lo ideal como lo material son sólo figuraciones formales del discurso.

Veamos ahora el significante generativo de la enciclopedia. Si "los espejos no mienten", como asegura el dicho, por su eficacia específica las enciclopedias son depositarias de un cúmulo de hechos y datos constituyentes de un saber que se considera veraz y por ello mismo innegable. Al igual que la biblioteca, la enciclopedia emblematiza una imagen que da cuerpo al archivo como sistema de sistemas cognoscitivos y disciplinarios (Foucault 1970). Por otra parte, las imágenes especulares y los datos de la enciclopedia están vinculados con el "mundo" como "referente real", del cual presentan un reflejo supuestamente fiel y fidedigno. Sin embargo, así como la imagen especular sólo recorta una proción del mundo que refleja, según la forma y el tamaño del espejo, así también el artículo enciclopédico delimita una parte o aspecto del mundo al cual conceptualmente se refiere. La anécdota inicial del relato asocia el espejo a la cópula, tomada --aparentemente-- sólo en sentido sexual; pero además es el espejo el que lleva la mirada del lector-comentador a la enciclopedia, cuyo discurso se basa en la categoría del verbo "ser": otra forma de cópula, puesto que se puede decir que el verbo ser repite lo que le precede en lo que le sigue. Esto se representa en el texto mismo del cuento, aunque de modo aparentemente casual, al mencionarse que la Anglo-American Cyclopaedia era una copia pirática de la Enciclopedia Británica de 1902; vale decir que, como un espejo, aquélla duplica el texto de ésta, pero (también como un espejo) produce una forma de inversión: aquí la "falsa" enciclopedia repite y sustituye a la legítima. La enciclopedia, entonces, constituye otro sistema de cópulas que multiplica y hace proliferar el dominio imaginativo de la experiencia humana.

El modo de indagación en torno al "misterio" de Uqbar reproduce el proceso de la investigación erudita. El investigador va siguiendo (repite) la pista de datos que irá acoplando en vínculos explicativos a través de las redes informativas del archivo, corporizado en las textualidades emblemáticas del libro y la biblioteca:

El hecho es que hasta ahora las pesquisas más diligentes han sido estériles. En vano hemos desordenado las bibliotecas de las dos Américas y de Europa. Alfonso Reyes, harto de esas fatigas subalternas de índole policial, propone que entre todos acometamos la obra de reconstruir los muchos y macizos tomos que faltan: ex ungue leonem. Calcula, entre veras y burlas, que una generación de tlönistas puede bastar. (434)

La propuesta del personaje "Alfonso Reyes" prefigura (repite) la forma secreta del trabajo enciclopédico del Orbis Tertius. De este modo, en "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" el generador "enciclopedia" remite a la red móvil de la danza discontinua del significante. "Entrar" en una enciclopedia (o en un diccionario) equivale, efectivamente, a entrar en el juego potencialmente ilimitado del discurso y del lenguaje, vale decir, hacerse parte del tejido indefinidamente proliferante según el cual los datos de un artículo o de una voz presuponen y remiten a los de otros artículos o voces: esto es eso que es aquello que es eso otro ... y así siguiendo.

Lo que el discurso de "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" expone es que toda expresión simbólica humana, de índole estética o diversa, ya de por sí multiplica lo que hay, lo que se ofrece en "lo dado" como dato (redundancia deliberada). El trabajo especular y el verbo copulativo "ser" reduplican lo duplicado, y así siguiendo en una red dinámica indefinida: la red de la metonimia y la metaforización ilimitadas, red inherente tanto a las construcciones del lenguaje como del pensamiento:

Manuales, antologías, resúmenes, versiones literales, reimpresiones autorizadas y reimpresiones piráticas de la Obra Mayor de los Hombres abarrotaron y siguen abarrotando la tierra. (442)

En "Tlön...", la proliferación se hace exceso: diseminación y multiplicidad. La empresa misma de la enciclopedia de Tlön sólo puede ser adjudicada a un sujeto múltiple y plural.

Esta dimensión del exceso se torna significativa para el sustrato ideológico del cuento: mientras que lo Uno persiste --fluye por dentro o por debajo, y se asocia al alma y al espíritu, es decir, al Sujeto soberano--, lo Múltiple insiste: da cuerpo a la explosión de los juegos del significante, del agenciamiento material del deseo. Lo Múltiple se asocia al grado cero del tejido de toda experiencia semiótica, incluyendo la de la carnavalización de las máscaras, y se ofrece a un sujeto que "se juega" --es decir, que se arriesga, se dobla y se desdobla-- en el pluridinamismo de la materia en germen, de la materialidad productora. Si lo Uno es el emblema apolíneo del Orden y de lo absoluto, lo Múltiple reiteradamente ha significado y sigue significando un síntoma dionisíaco del caos y de lo aleatorio. Según "Borges" el comentarista, esto debe ser el motivo de que las sociedades humanas se aferren al orden de lo Uno, como ha ocurrido mundialmente con el descubrimiento del universo imaginario de Tlön:

¿Cómo no someterse a Tlön, a la minuciosa y vasta evidencia de un planeta ordenado? Inútil responder que la realidad también está ordenada. Quizá lo esté, pero de acuerdo a leyes divinas --traduzco: a leyes inhumanas-- que no acabamos nunca de percibir. Tlön será un laberinto, pero es un laberinto urdido por hombres, un laberinto destinado a que lo descifren los hombres. (442-443)


Conclusión

Como adelanté al comienzo, el concepto fundamental que subyace en este estudio permite postular que la práctica escrituraria que se ejerce en el cuento "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" no sólo se aparta de los principios rectores del realismo racionalista, sino que deliberadamente pone en crítica evidencia las bases de inteligibilidad y las limitaciones convencionales de dichos principios. En este texto borgeano se destacan las figuras del lector y de la lectura. El ficticio autor se ha hecho lector, de modo que al escribir lee y al leer escribe. Como lector, se enfrenta al misterio del artículo de la enciclopedia pirática: ¿Tiene "Uqbar" un referente real, como "Italia" o "Armenia", por ejemplo? ¿o tiene un referente imaginario, ficticio, y por lo tanto "irreal" -- un producto de la pura figuración verbal? Por otra parte, ¿cuál sería el referente "real" de un país? ¿Cómo se abarca el "referente" de un país, de una tradición cultural trabajada por innumerables hombres y mujeres en incontables momentos, a lo largo de siglos y milenios? Como escritor, el autor ficticio descubre el plan múltiple, vasto y minucioso de los que inventaron ese universo (llamado Tlön y localizado en Uqbar) a imagen y semejanza del mundo que llamamos "nuestro": "Se conjetura que ese brave new world es obra de una sociedad secreta [...]. Ese plan es tan vasto que la contribución de cada escritor es infinitesimal" (434-435). "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" nos trae así la meditación de lo que ha sido y es la colosal elaboración de la cultura como logro plural, heterogéneo y minuciosamente enorme. El mundo real que llamamos "nuestro" es también, en cierto sentido, una vasta y multiforme "invención".

Dije al comienzo que hablaría de las estrategias figurativas para la construcción del sentido. La lectura analítica de este relato borgeano nos permite ahora apreciar que el sentido no "es", sino que sólo puede especificarse como efecto-de-sentido en la red móvil de las prácticas de producción significante. Borges ha logrado, entonces, desfetichizar el "lenguaje-cosa", la consagración elitista de la cultura y el discurso objetificado. Lo que he llamado aquí "ficcionalización del discurso" no constituye simplemente el dispositivo de un juego sofisticado, complejo y elegante, aunque el aspecto lúdico sea notorio y constituya una estrategia considerable. La escritura a la vez representa e implementa un tipo de elaboración literaria en la cual el trabajo de la lectura se ejerce como práctica, es decir, como actividad abierta y como acto de riesgo.




Referencias

Barrenechea, Ana María (1957). La expresión de la irrealidad en la obra de Jorge Luis Borges. México: El Colegio de México.

Binswanger, Ludwig (1954). Le Rêve et l'exitence. Paris: Desclée de Brouwer.

Borges, Jorge Luis (1974). Obras completas. 1923-1972. Buenos Aires: Emecé Editores.

---- (1982). "La inteligencia de la metáfora". Occidente y la crisis de los signos. Buenos Aires: Editorial Galerna.

Cavallari, Héctor Mario. "La tramoya de la escritura en La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares. Bulletin of Hispanic Studies LXXIV.1 (1997): 95-104.

Chatman, Seymour (1990). Coming to Terms. The Rhetoric of Narrative in Fiction and Film. Ithaca, N.Y.: Cornell University Press.

Deleuze, Gilles (1968). Différence et répétition. Paris: Presses Universitaires de France.

Foucault, Michel (1970). La arqueología del saber. Trad. Aureliano Garzón del Camino. México: Siglo XXI. (Edición original: L'Archéologie du savoir. Paris: editions Gallimard, [1969].)

Lacan, Jacques (1987). Seminario XI: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

Lotman, Yuri (1973). La Structure du texte artistique. Paris: Éditions Gallimard. [Publicado originalmente en Moscú, en 1970.]

Molloy, Silvia (1994). Signs of Borges. Trad. Oscar Moreno. Durham: Duke University Press.

Ortega y Gasset, José (1967). Notas. Madrid: Ediciones Anaya.

Passos, Carlos Alberto (1949). Conferencia de Jorge Luis Borges. El País [Montevideo], 3 de septiembre.




Notas

[1] Este trabajo se basa en el modelo de "texto artístico" elaborado por Jurij M. Lotman (1973).

[2]. "Esto confunde los niveles de la realidad, así como el lector con los personajes". Váase Carlos A. Passos (1949)


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