NUMBER FIVE / FALL 2001 - SPRING 2002

Texto y Contexto en la Recepción y Génesis de Los Siete Contra Tebas de Antón Arrufat (*)

Jesús J. Barquet
New Mexico State University, Las Cruces


De una manera sui generis e inesperada en la escena cubana de los años 60, especialmente si recordamos sus virulentas polémicas ideoestéticas y políticas, Antón Arrufat (1935) logra crear con su pieza Los siete contra Tebas [LSCT] no sólo "un ejemplo único de tragedia al estilo clásico" (Escarpanter 896), sino también y fundamentalmente una metáfora subversiva del proceso político cubano: frente a las propuestas oficialistas del sentido racional de la Historia, LSCT la presenta como un incierto movimiento azaroso;1 frente al supuesto carácter utópico del status quo alcanzado en aquellos años, Arrufat propone, al final de su pieza, la consecución de una utopía social y política que en algunos aspectos (erradicación física de los líderes extremistas, conciliación entre exiliados y no exiliados) resultaba atrevidamente diferente a la circunstancia cubana. Cifrando así, con el ropaje mitológico griego, los contenidos sociopolíticos de su propuesta escénica, Arrufat desafía los límites y las formas de la decibilidad de su época.

Según Michel Foucault, uno de los interrogantes temáticos fundamentales de la decibilidad de todo discurso humano es "¿a qué se ha conferido una formulación literaria?" (57). Arrufat parece responder ingeniosamente a esta pregunta con la cita de Alfonso Reyes que, como paratexto, coloca al frente de LSCT:

Cierto amigo, no ayuno de letras, me dijo cuando leyó la Ifigenia cruel: "Muy bien, pero es lástima que el tema sea ajeno." "En primer lugar -le contesté-, lo mismo pudo decir a Esquilo, a Sófocles, a Eurípides, a Goethe, a Racine, etc. Además, el tema, con mi interpretación, es mío. Y, en fin, llámele, a Ifigenia, Juana González, y ya estará satisfecho su engañoso anhelo de originalidad. (En Arrufat, LSTC 25)

Aunque el asunto (o "tema", según el autor mexicano) de una obra sea foráneo, esta es capaz de expresar la circunstancia y el carácter nacionales, aseguraba allí Reyes con motivo de su poema dramático Ifigenia cruel (1923), reescritura también de una tragedia clásica, Ifigenia en Tauros de Eurípides. Reyes mismo afirma en otra ocasión que su pieza encubría "una experiencia personal" (354); de ahí que, como Arrufat, haya interpretado y modificado el original griego según sus propios intereses. No cree el mexicano que haya plagio ni traición alguna en esta libre apropiación literaria pues, afirma, "¿qué otra cosa han hecho los trágicos de todos los tiempos, sino volver a contar a su modo una historia conocida en lo general?" (351).

Con el paratexto de Reyes, Arrufat está estimulando y orientando a su modo una lectura particular de lo acontecido en Tebas; en otras palabras, está connotando (y delimitando a la vez) un campo de sugerencia: la problemática de la circunstancia cubana. Sabe que, en tanto que producto artístico, LSCT no se limita a cumplir una función denotativa sino que es portadora también de una función connotativa que depende tanto del texto como del contexto y, por consiguiente, de las posibles lecturas intertextuales y contextuales --ambas más o menos intencionales o cómplices-- de sus múltiples receptores.2 Pero aun dentro de un campo semántico delimitado, los límites interpretativos de un texto literario son, no infinitos, pero sí indefinidos, por lo que el emisor (autor) debe prepararse, según afirma Umberto Eco, "contra las dispersiones del campo semántico" y "dirigir a [sus receptores] en la dirección que desee"; debe, pues, "acentuar cierto orden de sugestiones, reiterar el estímulo recurriendo a referencias análogas" (103), lo cual significó, para Arrufat, historizar o contextualizar elusiva pero hábilmente el supuesto código abstracto, atemporal y deshistorizado que la fábula griega le había proporcionado como cobertura inicial, y, en la medida de sus posibilidades, tratar de controlar desde su texto las posibles y más diversas interpretaciones.

Según Pedro Barreda, este fenómeno inverso de historizar el significante griego, es posible gracias a

aquellos procedimientos por los cuales un antiguo mito o situación arquetípica (ya sentido como desprovisto de una realidad histórica concreta y reconocible por el espectador medio) recupera, para este, una realidad bien específica e identificable. Es decir: todo signo [por ejemplo, anacronismos del vestuario, de la escenografía o del lenguaje que espejeen el contexto del autor] que permita la sincronización del texto con un momento de la temporalidad y/o su pertenencia a un espacio (sin limitarnos a los que remiten de modo predominante a conflictos sociales) produce un efecto de historización. (120)

Para orientar (y garantizar) dentro del texto una lectura "cubana" de su pieza, es decir, para lograr ese movimiento de abstracción a concreción, o sea, de deshistorización a historización, no tuvo que recurrir Arrufat a fáciles anacronismos de vestuario, utilería y lenguaje,3 sino que, respetando el ambiente "griego" y utilizando un lenguaje exento de marcados cubanismos, transformó los hipotextos griegos hasta llevarlos a revelar sus potenciales correspondencias semánticas con la circunstancia cubana. Como señala Santiago García, esto se logra gracias a un difícil y complejo mecanismo artístico que transforma el conjunto argumental griego de forma tal que "sus alusiones tengan una relación orgánica con el acontecer presente, con todas sus implicaciones sociales, políticas y también sicológicas" (98).

Me atrevo a afirmar que, de representarse en la Isla, la eficacia de este movimiento hacia la concreción e historización en LSCT sería total, pues las características de la realidad política cubana desde los años 60 han fomentado la aparición en la Isla de un "público cómplice que caza al vuelo las referencias sutiles o directas" y reacciona de una u otra forma "cuando reconoce alguna situación" o algún parlamento "que la realidad política carga de nuevas lecturas" (Espinosa Domínguez 63).4 En la realidad, la eficacia de dicho movimiento en LSCT se pudo comprobar en la censura oficial que, por razones políticas, sufrió la pieza inmediatamente después de ser premiada en Cuba:

LSCT marks the greatest triumph for the author and, at the same time, his fall into disgrace with the Cuban Marxist-Leninist regime. After Arrufat won the award (although not by a unanimous vote), the committee agreed to publish the work, but it rejected its "ideology." This is understandable, if we keep in mind the central ideas and some of the expressions that appear in the text. For example, the chorus objects to men being divided into the pure and the impure and to the deliverance of the homeland to foreigners. Moreover, [Polinice's] remark, "Me repugna cuanto tú representas / el poder infalible y la mano de hierro" (80), . . . was understood to have been a veiled criticism of Fidel Castro's rule. (Martí de Cid y Wellington 37)

Las equivalencias entre las entidades de ficción de LSCT y las de la realidad sociopolítica cubana (Tebas = Cuba, Etéocles = Castro, Polinice = exiliados cubanos, Coro = mujeres cubanas) son el resultado ineludible de la relación entre texto y contexto que el autor estableció intencionalmente en su pieza, en correspondencia con el ambiente que existía dentro del teatro cubano de los años 60, que fue, quizás, el género literario que más profundamente sintió el impacto revolucionario. Todo texto, especialmente en la Cuba de entonces, era susceptible de semejante lectura, habían sugerido ya en 1967 dos grandes de la escena cubana, su maestro Virgilio Piñera y Vicente Revuelta.

Según Piñera,

es sabido que toda obra se compone de texto y contexto y que este último es el que deja ver el verdadero fondo de ella. . . . Al mismo tiempo que el espectador escucha las palabras del texto, el contexto le hace escuchar otras que son las que el autor no ha escrito con su mano, pero que están detrás de la letra escrita. (141)

Según el testimonio de Revuelta, el teatro representaba entonces un espacio donde el espectador cubano confrontaba su novedosa circunstancia íntima y nacional, es decir, su recepción de las obras tenía un alto sentido contextual: "Yo creo que hay todo un contexto . . . social; es decir, el espectador de Cuba hoy en día tiene toda una serie de cosas que trae al teatro, pero no están en el teatro; están en él y están en el ambiente" (en Estorino 9).
Contexto y connotación ("sugestión orientada" en el receptor, diría Eco [103]) confluyen así también en los primeros lectores del manuscrito aún inédito de LSCT, según informa José A. Escarpanter:

Esta pieza es el empeño más ambicioso del autor, pero sus méritos se vieron opacados por la reacción de dos miembros [Raquel Revuelta y Juan Larco] del jurado internacional designado para otorgar el premio. . . . Estos jurados identificaron la situación de Polinice con la de los cubanos en el exilio, estimaron algunos pasajes de la discusión de los dos hermanos como ofensivos para Fidel Castro e interpretaron que el temor que expresa el coro, presente en el original griego, era un sentimiento que rebajaba la estatura moral del pueblo cubano. Siguiendo las bases del concurso, la obra se premió y se publicó, pero acompañada de un prólogo que refleja la interpretación de los dos jurados, la cual fue compartida por los funcionarios dirigentes de la cultura en el país. (890)

Censores de la pieza en Cuba, como el apócrifo Leopoldo Avila, no escapan, pues, a esta lectura contextual que el propio autor propone mediante el ya comentado paratexto de Reyes. Por eso insinúa Avila que si, antes de 1968, Arrufat ya resultaba conflictivo por sus "ambiguos poemitas", con LSCT (es decir, con esta tragedia griega) "quiso ser claro como el agua" (16). En el peor y más nocivo ejemplo de crítica ideológico-prescriptiva de su época,5 escribió Avila en 1968 lo siguiente:

¿Qué cree este señor? ¿Que le vamos a celebrar la gracia? ¿Que le vamos a representar su obra . . .? No, esta guerra nuestra es de veras, no es un juego. No es una lucha entre hermanos que ha sido alentada por gente soberbia y ambiciosa; es una lucha contra el imperialismo sin tregua posible, y el que venga a tomar la Ciudad no va a encontrar lloronas que digan "tercos, tercos, tercos" ni que se pregunten qué libertad perdemos. Sino un pueblo que sabe defender la libertad que tiene, a costa de todo, y sabrá vencer. (18)

El contexto constituye, pues, un discurso ausente que, desde 1968, ha operado significativamente sobre la recepción de LSCT.

Otra motivación de índole metodológica nos lleva al análisis contextual de LSCT. Según Diana Taylor, el teatro latinoamericano es considerado "marginal y minoritario" ("menor y poco original") en relación con las obras provenientes de las metrópolis europeas y estadounidense. Dentro de un sistema de valores que hace de Occidente el centro rector, dichas obras poseen un valor modélico debido a la supuesta originalidad, calidad y universalidad que presentan, y establecen así el criterio de valoración de otros teatros nacidos de otras circunstancias, lo cual, según Taylor, obnubila el proceso de comprensión crítica de gran parte del teatro latinoamericano. El crítico del teatro latinoamericano debe, pues, rectificar esa perspectiva occidentalista y comenzar a introducir en sus estudios "los contextos sociopolíticos, históricos y culturales" que enmarcan cada obra: "si dejamos de pensar en términos de teatro, tal vez podamos establecer otra red de diálogo e interacción", asegura Taylor (51). Esta otra red de diálogo es la que propongo para el estudio de LSCT, sin dejar por ello de relacionarla con similares propuestas estéticas del teatro occidental. Gracias a dicha red se puede comprender mejor el proceso de reescritura al que Arrufat sometió las piezas de Esquilo y Eurípides, una vez que su circunstancia histórico-política ofreció el contexto que significativamente operó no sólo en su lectura de los hipotextos griegos sino también en la génesis de su tragedia griega pero cubana.

Es sabido, además, que al asimilar materiales artísticos foráneos, el autor latinoamericano realiza, en los mejores casos, una radical transformación de las fuentes y de sus intenciones ideoestéticas. Por ejemplo, George Woodyard demuestra como un teatro de raíces y propuestas tan abstractas y metafísicas como el teatro del absurdo europeo (Ionesco, Beckett), una vez trasplantado a América Latina en los años 50-60, sufre una notable transformación:

[it] often takes a unique turn, since the problems inherent in the sociopolitical order of all Latin American countries often make it difficult, if not impossible, to divorce the anguish and helplessness of modern man from a strictly metaphysical consideration and place him within the context of a particular reality. (43)

En Argentina, por otra parte, se logró una fecunda y peculiar convergencia entre dos estéticas que en Europa se habían producido por separado y que por tal motivo la oficialidad cultural cubana había percibido como irreconciliables a fines de los años 60: el ritual de la crueldad y el teatro político de Brecht. Según Woodyard,

in Latin America, during the 1960s and 1970s, Brecht was surely the foreign author most played and admired for his overt technique of delivering a political message trough a dramatic medium. Nevertheless, the influence of Artaud and Genet with aspects of a ritualistic theatre of cruelty should not be underestimated. One Argentine critic, in fact, has indicated that the "resultado podría caracterizarse como una suerte de realismo artaudiano (que no excluye ciertos aportes brechtianos), una despareja pero fecunda mezcla de teatro de la crueldad con testimonio sociopolítico, con el que -desde 1970 en adelante- ha comenzado a construirse una dramática argentina más rica y más libre que la que le precedió, ahora desprovista de las limitaciones costumbristas y veristas, y de las caprichosas irracionalidades de lo experimental y vanguardista". (51)

No exento de ese transformador condicionamiento contextual estuvo tampoco el modelo de tragedia griega retomado por Arrufat durante aquellos conflictivos años 60 en Cuba. Hay que señalar, sin embargo, que la anterior producción de Arrufat dentro del absurdo (El caso se investiga y La zona cero, entre otras) tuvo una orientación preferentemente metafísica, por lo que se hace difícil detectar en ella ese original condicionamiento contextual que Woodyard detecta en otros dramaturgos absurdistas latinoamericanos tales como Jorge Díaz y Agustín Cuzzani. Esto hace más profundo el viraje sufrido por Arrufat al escribir LSCT: además de los cambios formales y temáticos presentes en esta pieza, con ella la dramaturgia de Arrufat se refiere, por primera vez, a una circunstancia histórico-política metafóricamente identificable. Así lo nota en 1971 Julio E. Miranda cuando afirma que el desarrollo del teatro de Arrufat en los años 60 había transcurrido en un plano abstracto, "ajeno a la revolución", hasta que aparece LSCT en 1968 (108-109).

Por su parte, la propia tipología de la tragedia griega (sus referentes épicos, sus universales conflictos humanos, su sentido de la polis) no constituía una estructura semánticamente imposibilitada de reflejar la problemática cubana posterior a 1959. Asimismo, el contexto parece haber actuado como agente seleccionador, condensador y organizador en la gestación de la pieza. Es decir, la relación entre LSCT y la circunstancia cubana no es un proceso a posteriori de la escritura del texto sino un proceso a priori que conforma la estructura interna de la pieza, desde el momento mismo en que Arrufat, condicionado por su circunstancia, realiza una lectura intencional de las fuentes griegas: las descubre, se identifica con ellas, las selecciona y transforma según sus intereses particulares y el contexto en que vive, pues, como afirma Emil Volek, "la llamada recepción o concretización, que parecía ser posterior a la estructura semántica", constituye "una dimensión de la estructura misma, o sea, de la actividad semántica que tiene lugar en ella" (192-193). Aquello que, según el propio Arrufat, le ocurrió a Gertrudis Gómez de Avellaneda al elegir el tema bíblico de su drama Baltasar, pudo haberle pasado entonces a él:

No creo que la elección del tema de Baltasar -como de cualquier otro- sea un acto gratuito o la imposición exterior de una moda artística. . . . No es que, como afirmó Aurelio Mitjans, el tema haya herido su imaginación y no se resistiera a utilizarlo, sino, por el contrario, ciertos factores sociales condicionaron su imaginación para que el tema de Baltasar pudiera herirla. . . . Son sus vivencias personales, generadas por su circunstancia, las que le permitieron realizar, en el fondo, una lectura creadora del tema, de ese precisamente y no de otro. La realidad vivida incide (y aclara) en la lectura de un texto. ("Para una lectura" 48)

Sólo así se explican las transformaciones a que Arrufat somete los originales griegos, la más evidente de las cuales es su deliberada selección y construcción de personajes que, reales o únicamente referenciales en las fuentes griegas, resultan en su pieza altamente relacionados con aspectos de la realidad cubana: el futuro del país, los cubanos dentro y fuera del país, los gobernantes de uno y otro lado, la guerra civil y el nuevo orden revolucionario.

Los cambios introducidos por Arrufat en los hipotextos de Esquilo y Eurípides al escribir su LSCT son numerosos. Además de alterar los elementos provenientes de cada hipotexto por separado, Arrufat realiza una transformación esencial al mezclar ambas piezas en una. A diferencia de lo ocurrido con los elementos de la obra homónima de Esquilo que Arrufat incorpora o elimina de manera obvia en su pieza, apenas han sido estudiados los elementos de Las fenicias de Eurípides retomados creativamente por el cubano y que son, entre otros, los siguientes:

1) el personaje de Polinice, marcado por el dolor del exilio y por el afán de recuperar su parte en los bienes de su padre y en el gobierno de Tebas;

2) un tratamiento más positivo del personaje de Polinice en
oposición a la soberbia y ambición de poder absoluto de su hermano Etéocles;

3) el diálogo entre ambos hermanos (aspecto señalado por Reading 360-361), en el cual Polinice presenta su reclamación y denuncia la traición de su hermano (aspecto no tratado en LSCT de Esquilo pero que tal vez este incluyó en alguna de las dos tragedias actualmente perdidas [Layo y Edipo] que completaban su trilogía); y

4) las reflexiones sobre el poder absoluto y la vida del
exiliado, ambas ausentes en la tragedia de Esquilo.

Pero Arrufat transforma más aún los elementos que toma de sus fuentes griegas. A diferencia de Eurípides, el dramaturgo cubano no incorpora a Yocasta como personaje en su obra por lo que ella no es causa ni partícipe del importante diálogo entre los hermanos, como ocurre en Las fenicias. Asimismo, Arrufat no presenta los motivos de Polinice únicamente para justificar, como Eurípides, a su personaje sino para mostrar la complejidad del momento: el sitio de Tebas no se debe tanto a la ambición extranjera como a la traición de Etéocles por haber roto el pacto político habido con su hermano y distribuir por su cuenta un patrimonio familiar que les pertenecía a ambos, de ahí que Polinice considere justo restaurar el pacto traicionado y recuperar su parte de la herencia, como afirma en sus parlamentos y en su escudo en las versiones de Eurípides y Arrufat. Este motivo constituye una constante en el discurso disidente cubano tanto fuera como dentro de la Isla: la idea de que Castro, desde los años 60, traicionó las aspiraciones democráticas de la Revolución Cubana al eliminar a las otras facciones rebeldes y a sus líderes y asumir, una vez erradicada la posibilidad de un sistema pluripartidista de elecciones periódicas, el poder unipersonal hasta nuestros días.

Aunque el Etéocles cubano revela, como el de Eurípides, ese afán de poder absoluto, Arrufat se separa del griego cuando crea a su protagonista dándole un mayor énfasis a su política de repartición de los bienes paternos entre el pueblo. Esta desviación de la fuente griega es una obvia referencia a algunas transformaciones sociales de los primeros años del gobierno de Castro, tales como la repartición de tierras entre los campesinos y de casas entre los inquilinos y la eliminación del carácter privado de las escuelas, hospitales y playas del país. Allí donde el Polinice de Eurípides decía que su hermano había retenido "para él el poder real y mi parte de la herencia" (118), el Polinice de Arrufat señala el carácter populista del gobierno de Etéocles: "No saqueaste mi casa / para ti, sino para los otros. / Mis cosas están en manos ajenas y desconocidas" (75).

Al igual que ocurre, según Barreda, en Electra Garrigó de Piñera, la reescritura de los clásicos presente en LSCT "no funciona por expansión de una tragedia singular", como puede observarse en la mayoría de los dramaturgos posteriores que han practicado dicha reescritura, sino "siguiendo un principio de condensación" (Barreda 122) que tiene como causa (a priori) y objetivo (a posteriori) el espejeo de la específica circunstancia sociopolítica del autor. La tragedia griega de Arrufat corrobora entonces de manera original la afirmación hecha por Piñera en 1966 de que, cualquiera que fuera el teatro que ellos escribieran, "[su] objetivo [era] Cuba, la circunstancia cubana y el lapso de tiempo que la vida [les había] deparado en esta parte del mundo" (en Carrió 880).
Si, a primera vista, esta tragedia de Arrufat parece simplemente imitar prestigiados modelos europeos, un contraste más detenido entre los hipotextos y su hipertexto nos revela precisamente lo contrario: "what has been done . . . is to reinforce a sense of difference" (Promis 127) motivado por la actividad intertextual y contextual.




(*) Este trabajo forma parte del libro Teatro y Revolución Cubana / Subversión y utopía en Los siete contra Tebas de Antón Arrufat, de pronta aparición en Mellen University Press.

OBRAS CITADAS

Arrufat, Antón. "Para una lectura de Baltasar." Revolución y Cultura 103 (1981): 47-52.

---. Los siete contra Tebas. La Habana: Unión, 1968.

Avila, Leopoldo, seud. "Antón se va a la guerra." Verde Olivo 9.46 (1968): 16-18.

Barreda, Pedro. "La tragedia griega y su historización en Cuba: Electra Garrigó de Virgilio Piñera." Escritura 10.19-20 (1985): 117-126.

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Estévez, Abilio. "El golpe de dados de Arrufat." En Centro de Documentación Teatral, ed. Teatro cubano contemporáneo. Antología. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1992.
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Foucault, Michel. Saber y verdad. Madrid: La Piqueta, 1985.

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NOTAS

1. Según Estévez, en LSCT "todo se ha transformado en azar. La casualidad ha ocupado el lugar de la ananké", "la Historia parece ser el reino de la incertidumbre" (866).

2. Este estudio tiene como presupuesto, siguiendo a Umberto Eco, "la subdivisión de la cadena de comunicación en cuatro factores: el emisor, el receptor, el mensaje y el código (que . . . no consiste solamente en un repertorio de definiciones lógicas y abstractas, sino también en disposiciones emotivas, gustos, hábitos culturales; en una palabra, en un almacenamiento de representaciones prefabricadas, de posibilidades previstas y organizadas en sistema)" (116). Asimismo, utiliza los siguientes criterios de Santiago García: el nivel intertextual de una lectura "se refiere al patrimonio textual del destinatario. Es decir, al complejo tejido de relaciones que provoca el texto teatral con los referentes que posee el lector del espectáculo. Es precisamente el espacio de las alusiones que desencadena la obra en la mente del espectador . . .. Aquí, aunque el autor prevea una serie de alusiones que podríamos llamar codificadas se nos presenta todo otro sistema de alusiones que no pueden ser previstas pero que precisamente le dan al texto su grado mayor o menor de universalidad. El texto mismo en su interior posee esta capacidad prevista o no por el autor. . . . En este nivel se entrecruzan los códigos del autor y los del público. El uno trata de imponerse sobre el otro", mientras que el nivel contextual "se refiere al universo cultural y social del receptor del espectáculo. . . . Es un nivel extralingüístico" (108-113).

3. Quizás pueda entenderse las siguientes palabras del adalid Lástenes: "Miro . . . el verdor del olivo" (47), como una anacrónica referencia a los uniformes verdeolivos de los milicianos cubanos.

4. Espinosa Domínguez observa la presencia de este público cómplice durante los años 80 en la Isla, pero opino que esta complicidad e inquietud dentro del público de la Isla podía percibirse, de forma más o menos velada, desde finales de los años 60.

5. En aquel momento de enrigidecimiento político en Cuba, "las críticas no fueron de carácter literario o artístico sino expresamente ideológico, dentro de una tesitura que restringió la reflexión cubana sobre temas estéticos" (Rama 251). Dicha crítica encontró un poderoso baluarte en los textos de Avila en 1968: en estos dicha crítica ideológico-prescriptiva "se mostró notoriamente coja, pagando duro tributo a su incompetencia para leer la obra literaria como tal, no simplemente como reflejo de las ideas prevalecientes en la política del país" (Rama 252-253).


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