Ester Xargay Responde a Antoni Clapés
Antoni Clapés
Poeta y Editor.
Barcelona
AC - Ester, ¿podrías
hacernos una breve semblanza biográfica?
EX
- Provengo de la rebelión contra el cartesianismo francés
y transito de la escritura a la lectura del arte, y de la acción
al audiovisual, atrapada en otra práctica intransitiva
difícil de describir, de escribir de ella el deseo afirmativo
de flujos y líneas de vuelo irregulares que no van a ninguna
parte, que se esconden entre los pliegos del espaciotiempo transitivo.
Con esta práctica multidisciplinar e indisciplinaria puedo
buscar nuevas salidas más allá de los códigos.
Se trata de un medio, un tejido de lenguajes, absolutamente abierto
e imprevisible, que me sirve para poner en cuestión el
papel del arte, del artista y del consumidor de arte, para la
crítica social y política, y para la subversión
del concepto tradicional de obra y de los valores establecidos,
sobretodo en el mundo del arte y de la escritura. Es así
como concluyo en "Volts en el temps" (Vueltas en
el tiempo), mi última publicación.
AC - ¿Cuáles han sido los factores
que te han impulsado en orientar tu atención artística
hacia el/los fenómeno/s de tipo vanguardista?
EX
- En parte, el espíritu de lo que llamamos vanguardismo
es inmanente a la cultura occidental, por lo menos desde el Renacimiento.
Pongamos por caso Ucello (s. XV), Artemisa Gentilesci, Caravaggio
(s. XVI y XVII), Rosa Bonheur, Courbet (s. XIX), todos ellos
rompieron con la tradición pictórica de su tiempo
pintando de la forma que a ellos les interesó: diríamos,
pues, que son vanguardistas avant la lettre, antes de
las vanguardias del siglo XX.
El espíritu de vanguardia impulsa
al arte -también a la literatura, a la música,
etc.- a romper con las convenciones y a abrir vías de
creación inéditas. Siempre me han interesado las
vanguardias propiamente dichas, las que se originaron hace cien
años. Han aportado grandes renovaciones en todos los ámbitos
-culturales, sociales-, y todavía nos sirven para luchar,
entre otras muchas cosas, contra la jerarquización académica
que todos tenemos introyectada.
Asimismo, pienso que, en este fin de
siglo, las ideas de búsqueda, de experimentación,
de utilización del azar como herramienta de trabajo, ya
son tan propias de nuestra cultura que ahora mismos tal vez no
tenga sentido hablar de vanguardia, de un arte que avanza por
delante de algo. El arte conceptual ya batalló, en los
años 60 y 70, contra esta denominación militarista.
Actualmente, decirle a alguien "vanguardista"
supone colgarle el sambenito, una etiqueta sin duda peyorativa.
AC -
¿Crees que si, en vez de haber apostado por la vanguardia
hubieses apostado por ambientes más confortables,
tu obra, tu práctica artística y literaria serian
hoy día más y mejor valoradas?
EX -
Para mi no es ninguna apuesta; yo hablaría más
bien de sentirse como un callo: una protuberancia que delata
un roce a causa de un calzado demasiado ceñido, o, en
referencia al cuerpo social o gremial, que delata una cerrazón
demasiado razonable.
Lo mío es una obsesión
personal por la utopía, una actitud con la cual me quiero
"plantar", anárquica y lúcidamente, para
cuestionarlo todo, indiscriminadamente, para desinstitucionalizar
y descodificar los géneros artísticos y literarios,
haciéndolo, eso sí, con humor.
Por esta razón, a fin de cuentas,
no me importa demasiado el hecho de no ser suficientemente reconocida
en círculos literarios en los que no se entiende, y por
tanto no se valora, el texto límite, la descodificación
del lenguaje. Y es que la búsqueda literaria implica una
manera de pensar y unos valores que no son compartidos por la
gran mayoría de la comunidad literaria.
AC - ¿Crees, de
verdad, que en Catalunya ha habido -y, sobretodo, hay- una vanguardia
que se plantee una ruptura con el lenguaje burgués, o,
por el contrario, las prácticas llamadas vanguardistas
tratan de "nadar y guardar la ropa"?
EX -
Más que de un lenguaje burgués, yo hablaría
de un lenguaje bienpensante, que es muy amplio y común
a muchas capas sociales y que, por esto mismo, hace daño
en todos los ámbitos y niveles.
En la pregunta pones en cuestión
las prácticas rupturistas en Catalunya señalando
que han "nadado y guardado la ropa". Tal vez sea así
en algunos casos, aunque yo me resisto a creerlo. Para mí
lo más importante es que hayan nadado.
Para continuar con esta metáfora,
yo diría que todo se basa en nadar; los que no nadan son
los que se quedan en tierra, ya explorada y explotada; los otros,
queman las naves y nadan. Esto es lo que importa, después
de todo: nadar. Algunos "guardan la ropa", otros se
ahogan o incluso se suicidan, pero todos los nadadores se exponen
a corrientes que no saben hacia donde les llevarán. Y
esto es válido en Catalunya y en cualquier parte.
En Catalunya no ha habido demasiado
espacio para la búsqueda literaria, que ha sido practicada
por unos pocos, contados, autores dispersos, entre los cuales
está Joan Brossa, un autor que siempre me inspira cuando
tengo que escribir algo y no sé por dónde empezar.
Ahora mismo, abro su libro Vivàrium i, al azar,
encuentro, en la página 31, una frase totalmente acertada:
"Compromets la teva salut a força de sensibilitat"
(Comprometes tu salud a fuerza de sensibilidad). Y otro
escritor, Carles Hac Mor, en su ensayo Despintura del jo,
como si respondiese a tu pregunta, dice: "Quan una por entra
en decadència i comença a ser substituïda
per una altra por, en aquest endemig, l'envalentiment d'alguns
porucs fa pagar tots els plats trencats a les minories veritablement
valentes, que són les que alimenten la por de la majoria"
(Cuando un miedo entra en decadencia y empieza a ser sustituido
por otro miedo, en este entretanto, el envalentonamiento de algunos
miedosos hace pagar los platos rotos a las minorías verdaderamente
valientes, que son las que alimentan el miedo de la mayoría.)
AC - Hablando de Carles
Hac Mor, tu proximidad a un personaje como él debe haberte
influido mucho, sin duda alguna. ¿No crees, no obstante,
que vivir al lado de alguien tan activo puede haber amortecido
tu propia creatividad?
EX
- Cuando conocí a Carles yo ya me había lanzado
al agua, y con él he podido continuar nadando hacia delante
con mis propias ideas y, compartiendo las suyas, he podido ir
más allá. Y ciertamente, más que influirme
me ha animado y ayudado muchísimo a desarrollar mi obra
con mayor radicalidad.
Somos compañeros de natación
en alta mar, como un equipo, que hace las cosas conjuntamente
y tienen, por ello mismo, mayor fuerza y más margen de
actuación. No he notado jamás, en ningún
momento, que esto haya menoscabado mi creatividad, en absoluto:
al contrario, siempre la ha potenciado.
AC - Este número
de CORNER está dedicado a "Artistas y escritoras
y vanguardia". ¿Crees que tiene algún sentido
vincular la práctica artística y literaria con
conceptos tales como mujer, feminismo, marginación?
EX
- Si el arte o la literatura sirven para poner en cuestión,
es del todo evidente que estos conceptos que citas aún
requieren de muchas y muchas batallas: estamos en un mundo dirigido
por los hombres.
Por otra parte, por lo que a mi concierne,
en la época que me ha tocado vivir y habiéndome
criado durante dieciocho años en Francia (una sociedad,
digamos, más abierta), he encontrado muchas cosas ya hechas
en este aspecto.
Pienso que a la mujer de hoy no le es
necesario luchar como a las feministas de los sesenta, pero...
¡queda tanto por hacer!, aquí y en todas partes,
ya que la mujer sigue padeciendo discriminación y explotación.
También la historia del arte
demuestra que la práctica artística (y la identidad
de artista, escritora o compositora) ha sido, de hecho, prohibida
a las mujeres hasta la llegada de las primeras vanguardias. La
vanguardia rusa, durante los primeros años de la revolución,
es la que más integró a la mujer en el arte y en
todo: eliminó las discriminaciones entre sexos.
Sin embargo, las galerías de
arte capitalistas de la guerra fría no apostaron jamás
por las mujeres artistas, y apenas promovieron a las artistas
vanguardistas, ni las del informalismo ni las del expresionismo
abstracto.
En cambio, en Fluxus (el heredero de
Dadà durante los años 60-70) encontramos muchas
mujeres, y hay que decir que, significativamente, Fluxus iba
contra todo, entre otras cosas, contra la pintura, las galerías
de arte y la especulación económica con el arte.
La marginación de la mujer en
las artes ha sido un hecho que no es posible olvidar; todavía
tenemos demasiadas cargas que no podemos eludir. Sólo
hay que leer biografías de artista como Frida K ahlo ,
Ana Mendieta, Eva Hesse o los textos de Anna Arendt o Sylvia
Plath, de tendecias y nacionalidades bien distintas, para ver
que el hecho de ser mujer ha comportado una durísima lucha
que se ha añadido a la lucha que supone la creación.
AC - ¿Qué
aportaciones de mujeres destacarías como más relavantes
en el panorama de las vanguardias en Catalunya?
EX -
Relevante lo puede ser todo: una acción de Rosa Sunyer,
por ejemplo. Catalunya, como puerta del exilio de Europa durante
la Primera Guerra Mundial, vivió intensamente el fenómeno
de las vanguardias. Marie Laurencin vino a Barcelona con Picabia,
y también estuvieron aquí las poetas Juliette Gleize
y Mina Lloyd, que acompañaba a Arthur Cravan. Y una artista
excepcional de la vanguardia rusa, Varvana Stepanova, que hizo
una espléndida e innovadora escenografía en el
Liceu.
Cabe destacar, asimismo, la estancia
en la Barcelona re/deprimida de los últimos sesenta de
Esther Ferrer (del grupo Zaj, con Juan Hidalgo y Walter Marchetti)
que atacaron, con un aliento cargado de sibilino humor, al gris
ambiental de aquellos años.
En los setenta, en el arte conceptual,
batallaron un abanico de artista como Àngels Ribé,
Eugènia Balcells, Eulàlia, Alícia Fingerhut,
Fina Miralles, Olga Pijoan, Sílvia Gubern, Dorothée
Selz, y un largo etcétera.
Podemos aún añadir a la
flautista y compositora norteamericana Bàrbara Held, que
colaboró con Cage, y que reside en Barcelona desde hace
años dando a conocer a los músicos de los sesenta
y a la más actual música experimental, en la Sala
Metrònom.
AC - Para terminar, Ester,
¿podrías hablarnos de tu propia escritura?
EX -
Mi obsesión por la escritura se origina por mi afinidad
con el existencialismo de Boris Vian, Jean-Paul Sartre, Simone
de Beauvoir, Albert Camus y otros, como corresponde a mi manera
de ser lautremonianamente rebelde y surrealizante, que me acerca
a los autores que cito en la plaquette "Els àngels
soterrats" (Los ángeles enterrados) publicada
en Cafè Central: Antonin Artaud, Rimbaud, Verlaine,
William Blake, Baudelaire... Podría añadir Mallarmé,
Breton, Dalí, Valentine de Saint Point..., y la lista
sería interminable.
Sin embargo, en mi poesía estrictamente
literaria y en la que combi no mis trabajos videográficos
y en CD-Rom, me siento más próxima a autores como
Marcel Duchamp, Laurie Anderson, Joan Brossa y Benet Rossell,
por la estrecha relación que éstos mantienen entre
arte y texto: son tanto artista como escritores, y al revés.
Entiendo el lenguaje como literatura
y, a la vez, como concepto visual conjugado con la fonética,
la música y las combinatorias textuales, gráficas
y acústicas que provienen del letrismo. Cultivo los desplazamientos
semánticos, los juegos de palabras, las locuciones y las
frases hechas descontextualizadas, los eufonismos y eufemismos
que conducen al ocultismo de precisión de Rrose Sélavy
cuando aseveraba que "Un incesticide doit coucher avec sa
mère avant de la tuer; les punaises son de rigueur"
(Un incesticida ha de acostarse con su madre antes de matarla;
las chinches son de rigor). O "Inceste ou passion de
famille, à coups trops tirés" (Incesto
o pasión de familia, a tiro de cuchillos).
Cuando las palabras dejan de mostrar
para contener, uno puede captar al vuelo todas sus acepciones.
(Véase CORNER
No. 1)
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