NUMBER TWO / SPRING 1999

 

Surrealismo y tradición esotérica en
Remedios Varo

 

Pilar Viviente
Universidad Miguel Hernández de Elche, España

El surrealismo se ha manifestado bajo diversas formas según las épocas y los autores. La conexión entre el surrealismo y el esoterismo a través de la poesía y de la magia se hace patente en el título que Breton dio a la segunda parte del primer manifiesto , Secretos del Arte Mágico del Surrealismo. G. Durozoi y B. Lecherbonnier han esclarecido este vínculo:

Los surrealistas no cesarán de explorar en todas esas direcciones, lo que confiere un aspecto esotérico y gnóstico a su enfoque del mundo. En la medida en que tienden hacia un saber absoluto que permita descifrar las misteriosas relaciones del hombre y del universo, en la medida en que sitúan el conocimiento intuitivo mucho más allá del razonamiento discursivo y en que persiguen sumidos en una especie de iluminación una "videncia" en el otro mundo, es decir, el deseo de superar este mundo actual, limitado y mediocre, para percibir en esta violencia el estado original del hombre, los surrealistas serán unos "gnósticos", tanto más que acudirán por igual a los símbolos, a los mitos, a las analogías, al conocimiento subjetivo y a la experiencia vivida. [1]

Ahora bien, los surrealistas no constituyen en modo alguno una cofradía esotérica que reivindica el antirracionalismo alquímico, ocultista o gnóstico. La ley del abandono puro y simple a lo maravilloso es fundamentalmente una emoción. El esoterismo será utilizado en la iconografía surrealista como una fuente de nuevas emociones. La seducción que manifiestan los movimientos de vanguardia surrealista por el esoterismo de épocas pasadas revela una actitud ecléctica y desideologizada. Es imposible referirse a un nivel histórico determinado. El entusiasmo por el esoterismo, libre de ideología, solo respeta la individualidad.


Tradicionalmente, la relación entre Arte y Esoterismo se ha presentado bajo dos formas, el del artista ligado a la alquimia y el de los libros, prontuarios y pinturas que reproducen la iconografía esotérica. Desde el Renacimiento y hasta la Revolución francesa no fueron pocos los pintores y artistas que se dedicaron a la alquimia. El Bosco y Brueghel, tan admirados por algunos de los surrealistas más representativos, como Dalí, Ernst, Tanguy, Fini y Magritte, mantuvieron relaciones con la alquimia. El siglo XIX se destaca por la pasión por el ocultismo y en él hunden sus raíces las primeras vanguardias de este siglo. Pero las vanguardias surrealistas se acercan a la tradición esotérica desde una perspectiva bien distintas a la de sus antepasados.

La fascinación de los surrealistas por la alquimia y los pintores antiguos interesados en ella ha sido esclarecida por J.Van Lennep.

Parecidamente al alquimista, Breton también se dejó abrumar por la maldición que perseguía al hombre desde sus orígenes. Quiso otorgar al surrealismo la facultad de reencontrar las potencias perdidas. Esta búsqueda debía, como ya habían experimentado los alquimistas, pasar por la muerte, ligada al amor sexual por un lazo fatídico (...). De esta manera, la putrefactio y la coniunctio reaparecen en el pensamiento contemporáneo. La gran gesta alquímica reencontrará sus chantres en nuestros poetas de lo inconsciente y de lo oculto. Breton, prendado de las relaciones existentes entre la transmutación alquímica y la metamorfosis poética, entendía que el surrealismo debía cultivarlas con particular fervor. [2]

La metamorfosis poética se asemeja desde este punto de vista a la transmutación alquímica. Las vanguardias artístico-literarias recurren al azar y a la escritura automática como procedimientos sintácticos que evitan la racionalidad y favorecen el conocimiento subjetivo e intuitivo. La escritura surrealista recurre a la estrategia creativa del automatismo psíquico. Los conocidos "cadáveres exquisitos" se generan según el principio del azar. Existe para el artista una especie de revelación subjetiva en el uso de estos dispositivos de creación artística particularmente gratificante por estar anclada en la experiencia, en el hic et nunc, el "aquí y ahora" del momento presente regido por el pensamiento irracional.


Las investigaciones surrealistas sobre lo inconsciente y lo oculto, tanto en el orden plástico como en el lingüístico, son sumamente atractivas porque pueden manifestarse bajo diversidad de soluciones iconográficas y literarias. Esta investigación abre en la historia de los procesos de creación artística un camino poético, heterodoxo, libre y personal, especialmente idóneo para la exaltación del yo, para la afirmación de la autoexpresividad del sujeto y de su inconsciente. El inconsciente, esa área de la conciencia que emerge tan fácilmente a través del sueño, que irrumpe súbitamente, inesperádamente, invadiendo otras zonas de la conciencia es un depósito de imágenes excepcionales para los surrealistas.

Los poetas de lo incon sciente y de lo oculto se bañarán en las fuentes del pensamiento inconsciente. Nos hallamos ante un dominio muy vasto, el de una conciencia periférica a aquella otra conciencia que guía nuestras acciones en el mundo real regido por la lógica racional y la efectividad en la consecución de los fines. No obstante, lo que proviene del inconsciente es también un contenido de conciencia, ya que no podemos tener conciencia de aquello que desconocemos. En una sociedad ordenada conforme a la racionalidad de los fines, los contenidos del inconsciente contradicen el orden social, eminentemente racional, proclaman la libertad del sujeto y sirven a la protesta contra la sociedad llevada a cabo por las vanguardias.


La diferencia entre el inconsciente y el consciente ha sido estudiada por Freud, quien ha articulado una teoría capaz de explicar las relaciones entre los dos niveles de conciencia, con vistas al desarrollo de una terapia individual que permita el control del primero por el segundo. El interés de los surrealistas por los escritos de Freud debe entenderse, sin embargo, desde su particular enfoque artístico. Radica sobre todo en el descubrimiento del poder del inconsciente para desencadenar procesos revolucionarios de creación, a través de los cuales poder unificar el deseo consciente e inconsciente, la acción y el sueño.

Asistimos, así, a un " nuevo orden mágico", según Breton,

Esta relación puede pasar por mágica en el sentido que consiste en la acción inconsciente, inmediata, de lo interno sobre lo externo, deslizándose fácilmente en el análisis sumario de tal noción la idea de una meditación trascendente que será, al final, más la de un demonio que la de un dios. El poeta se levantará contra esta interpretación simplista del fenómeno encausado: en el proceso inmemorialmente intentado para el conocimiento racional del conocimiento intuitivo, evitará producir la pieza capital que ponga fin al debate. [3]

El pequeño lienzo "El diablo" de P.Klee que forma parte de la colección privada de A.Tàpies es emblemático de esas derivas mágicas del nuevo arte que, arraigadas en el surrealismo , se prolongan hasta nuestros días.

En efecto, desde los movimientos históricos de vanguardia, el pensamiento inconsciente debe considerarse el principio de desarrollo de una esfera muy productiva del arte moderno en general. La "acción inconsciente, inmediata, de lo interno sobr e lo externo" se revela como una de las estrategias creativas más eficaces y audaces del nuevo lenguaje. Hay que sacar el inconsciente a la superficie, en un gesto mágico e incontrolable al mismo tiempo. Lo deducible es sustituido por la imaginación y el deseo puede satisfacerse en la imaginación, lo que Freud designa como el principio del placer. En el otro extremo se halla el principio de la realidad como la actitud racional ante la misma satisfacción. La gramática del arte mágico acontece en los dominios del pensamiento irracional y, de este modo, se convierte en una de las claves principales de la ruptura vanguardista con la tradición racionalista.


La función mágica del nuevo arte se encuentra en el automatismo psíquico. Este concepto, procedente de Freud, adquiere en el surrealismo una dimensión más amplia. El "automatismo" psíquico no es sólo un comportamiento complejo que prescinde totalmente de la intención, de los deseos y de la voluntad consciente del sujeto, en su sentido psiquiátrico, también es la manifestación de la existencia de una vida psíquica inconsciente, como lo entendió P. Janet. Y esta vida psíquica puede sacarse a flote por medio de la libre asociación y el azar surrealista. Se sabe que las asociaciones automáticas entre consciente e inconsciente son para Freud claves de interpretación, pero dentro de un sistema de pensamiento que opone magia y ciencia, razón y sin-razón, donde el pensamiento científico es superior al pensamiento mágico. El surrealismo pretende superar esta dicotomía y restituir el pensamiento mágico. Es precisamente la idea de que la magia se anticipe a la ciencia e incluso acierte en aquello que la ciencia no alcanza lo que caracteriza el pensamiento surrealista.

En la premonición y el sueño Breton encuentra unas fuerzas exteriores a los acontecimientos humanos, una explicación, una determinación que rige nuestro sistema de pensamiento más allá del freudismo. Al reclamar la presencia del sueño en la vida y en el arte, los surrealistas rompieron con la tradición racionalista, en aras de la libertad y la actividad significante de una conciencia imaginativa. Esta conciencia impone una percepción nueva del espacio y del mundo, donde las fronteras entre lo interno y lo externo desaparecen gracias a la acción inconsciente, inmediata, de lo interno sobre lo externo. La vida psíquica inconsciente, todo lo oculto, emerge por medio del a zar y de las asociaciones automáticas. Estos procedimientos sintáticos dan lugar a la metamorfosis poética, también transmutación alquímica, de la que habla Breton.


El freudismo se incorpora a la corriente de pensamiento moderno y junto a la fenomenología, la otra gran corriente de este siglo que ha influido en el arte, conducirá a la negación de la imagen como tal. El vocabulario asociacionista, el repertorio iconográfico de figuras identificables, acabará siendo sustituido por los accidentes de la materia, el trazo improvisado, la pincelada única, el encantamiento mismo del acto de pintar, en una especie de trance que exige del artista una entrega total a los procesos insconcientes de creación, a la libre asociación y el azar surrealista. La figuración será sustituida por la subjetividad más pura.

Esta deriva vanguardista está ya anunciada en el origen del surrealimo. El proceso de la representación en los surrealistas consiste en la reproducción de una imagen interior. Para Max Ernst "El papel del pintor es extraer y representar lo que ve en sí mismo". Breton vio en la aparición de la fotografía la muerte del realismo. La despreocupación por el objeto "real" vino acompañada de la revalorización de la subjetividad y el alma humana. La contemplación interior que reivindicó el Romanticismo continúa a través de las vanguardias surrealistas, que se sumergirán en aguas más profundas.

En efecto, desde Max Ernst y Dalí hasta Miró y Tàpies el surrealismo manifiesta un desarrollo particular. Primero aparecen figuras desprovistas de toda continuidad narrativa, que resultan de la inmediatez súbita y desconcertante, como ocurre en las imágenes vistas en sueño, donde es imposible formular el mito en forma de discurso. En un momento posterior, la poética del surrealismo abandona, progresivamente, el referente exterior, reinspirando los caminos de la abstracción. La gramática del arte mágico es ahora abstracta. La función mágica del nuevo arte, el automatismo psíquico, aparece integrado en los propios procesos pictóricos.

La variedad, el poder de asombro y de maravillamiento de este repertorio fantástico y sus modificaciones ulteriores hacia la abstracción es demasiado extenso para tratarse ahora. Es la indagación personal de cada pintor la que conviene descubrir. La obra de Remedios Varo, al igual que otros contemporáneos de su época, manifiesta esta particular deriva de la poética mágica surrealista. En ella se manifiestan los tanteos, vacilaciones y hallazgos de esta transición del automatismo psíquico que va de la figuración a la abstracción.


Remedios Varo tiene una incidencia significativa en el surre alismo ya avanzados los treinta:

Como María Blanchard, también ella acabará realizando lo esencial de su trayectoria fuera de nuestras fronteras y, junto con la pintora cántabra, será a su vez una de las dos mujeres de la vanguardia española que consolidan un más firme prestigio y un eco más amplio en la escena internacional. Formada en Madrid, en San Fernando, en el curso que sigue al de Maruja Mallo y Dalí, y pese a ser, por ejemplo, cuatro años mayor que Ángeles Santos, su presencia en el panorama vanguardista español de anteguerra no comenzará a tener una incidencia significativa ya avanzados los treinta. [4]


Apenas dos meses antes de la irrupción de la guerra civil española, Remedios Varo participa en una exposición que se celebra en la Llibreria Catalonia de Barcelona. "Para entonces, su obra puede considerarse plenamente integrada en la sintaxis y metodología del surrealismo". [5]

De la relación que en el año 35 mantuvo Remedios Varo con su compañero de estudio, Estebán Francés, y con Oscar Domínguez, todos ellos entonces en Barcelona, ha quedado la realización conjunta de varios cadáveres exquisitos. Un año más tarde conoce en la capital catalana a Éluard. La relación amorosa que inicia en Barcelona, en plena contienda, con el poeta Benjamín Péret es la que acabará de consolidar, ya en el exilio, sus vínculos co n el grupo liderado por Breton:

No es mucha la obra de Remedios Varo fechada en esos años turbulentos, que ha llegado hasta nosotros. Toda ella de formato reducido, sobre papel en su mayoría, incluye, amén de los ya mencionados cadáveres exquisitos, dibujos y collages que traducen una muy personal indagación en la estructura metafórica del surrealismo. Por lo que conocemos, será hacia el final de los treinta y en los cuarenta, (...) , entonces ya en México, su patría definitiva de adopción, cuando el hacer de Remedios Varo consolide una más plena, ambiciosa e inequivoca dicción poética. [6]


Las obras de la década de los cuarenta presentan una factura pictórica más libre y resuelta que las pinturas de finales de los treinta. Su figuración se torna ambivalente e inquietante al integrar una vena expresiva más abstracta, siempre dentro de la poética mágica surrealista. Remedios Varo no llega a abandonar del todo la figuración, pero ahora las figuras son evocadas por caminos muy distintos a los emprendidos en la figuración azarosa de los primeros cadáveres exquisitos o en la evidente representación ilusionista de las pinturas tenebristas posteriores, como Las almas de los montes, 1938. La gramática del arte mágico se libera de los excesos de la literatura, desencadenando
formas más rotundas y menos pensadas, donde asistimos a un singular encuentro entre la emergencia propia de la imagen surrealista y el tratamiento plástico de la imagen pictórica.

Cabe destacar en esta dirección un pequeño gouache sobre papel titulado Deseo II, 1942. Esta obra exige, como la poesía, una disposición para la comunión, más que para la comprensión. La función mágica del nuevo arte, el automatismo psíquico, se manifiesta en esta obra en una perfecta simbiosis con los procesos pictóricos. Sin duda, es este uno de los aspectos más atractivos de la exploracion plástica de la pintora. Esta fusión no siempre se manifiesta de manera tan evidente. Por lo que la obra merece por sí misma un análisis independiente.

La pintura ofrece una situación insólita entre dos figuras semejantes de distinto color, una roja y otra amarilla, que revolotean cual insectos voladores o extrañas aves desconocidas sobre un fondo azul. Están enfrentadas la una a la otra y sus figuras son simétricas entre sí, pero diferente su color. Una línea blanca envuelve las figuras enlazándolas por medio de curvas, de manera que sugiere el recorrido de sus trayectos. Esta línea continúa por debajo de las figuras voladoras, dibujando una línea quebrada a la altura del horizonte. De cada punto de inflexión de la línea quebrada suspende un sutil cono blanco parcialmente translúcido que se adhiere, como una ventosa hecha con tela de araña, a la parte inferior de la pintura de color marrón.

La imagen es totalmente surrealista, busca la provocación de lo excepcional, lo extraordinario. El azar se puede provocar, como ha observado Valéry. El encuentro entre dos figuras similares así relacionadas cae fuera de toda expectativa. Se trata, evidentemente, de un fenómeno que no tiene cabida en el mundo de la racionalidad. Es del todo imprevisible que dos figuras voladoras sin correlato alguno con los seres del mundo real estén ligadas por un hilo blanco que va dejando conos de tela sobre la tierra. Cuando nuestra atención se dirige al título de la pintura con objeto de hallar su sentido no experimentamos alivio alguno, sino mas bien lo contrario. Como señala A. Monegal,

Siempre que nos encontramos ante este tránsito entre lo verbal y lo visual, se da lo que Mary Ann Caws llama la lectura en estres, en tensión. (...) Como ocurre con los títulos de cuadros, el placer está a salvo y se garantiza la protección contra una contaminación de los sistemas que pudiera resultar incomoda o desestabilizadora. (...) Podríamos hablar de una tensión domesticada. [7]


Al hallazgo poético de la obra Deseo II se suma la fuerza
plástica se su resolución pictórica. La obra resuelve de manera lúcida y rotunda, por medio de la "belleza convulsiva", una problemática común a otros pintores desde Matisse, la que separa el dibujo de la pintura. Por lo general, en la obra de Remedios Varo el dibujo y la pintura caminan por separado. Primero dibuja y luego pinta, es decir, compone el tema por medio del dibujo antes de aplicar el color. El proceso llevado a cabo reproduce el orden clásico de los sistemas de representación tradicionales, pero el dibujo resulta del automatismo como procedimiento sintáctico de construcción de la imagen. La escritura automática se ha traducido en dibujo.

La artista puede componer por medio de la metamorfosis poética, creando los singulares cadáveres exquisitos de los años treinta, asi como otras "composiciones alquímicas" donde las figuras encadenadas unas a otras nos hablan de un ciclo de transformación, mutación o transmutación de las formas, como ocurre en el dibujo a tinta y aguada titulado Composicion, 1935. El dibujo también puede describir en el recorrido lineal que dicta la metamorfosis poética una única figura fantástica, aislada, claramente reconocible, como en el dibujo a pluma y tinta sepia titulado Personaje pájaro ,1945. Estos ejemplos muestran distintas maneras de componer el tema por medio del dibujo surrealista.

Con el surrealismo , el automatismo se convirtió en un elemento común a los lenguajes verbal y visual. El elemento gráfico lineal, el dibujo, asume las funciones poéticas de la escritura. Una vez hecha la composición por medio del dibujo, la pintura se incorpora a la composición. En este proceso la pintura está al servicio del dibujo y a salvo tanto de la transformación de los procedimientos artísticos como de la transformación de los sistemas de representación que introduce el automatismo. Es comprensible que las exigencias del automatismo acabaran cuestionando también el procedimiento pictórico empleado. Extendiendo su poética a la pintura, el automatismo denuncia la necesidad de conciliar el dibujo con la pintura. Hay que descubrir la manera de traducir el dibujo en pintura. Deben tener el mismo funcionamiento poético. En la obra titulada Deseo II, 1942, presenciamos una sintesis simultánea del dibujo y la pintura desde los planteamientos surrealistas mencionados. Algo hay también de aquello a lo que se refería Miró al decir que "la pintura y la poesía se hacen de la misma manera que uno hace el amor". [8]


En esa búsqueda, aunque con otros efectos plásticos, podemos interpretar también algunos dibujos de Remedios Varo que articulan la mancha de pintura fruto del azar, donde el resultado es arbitrario, con la línea precisa definidora de un tema concreto. Realizados con gran economía de medios, estos dibujos utilizan la técnica húmeda que permite conjugar fácilmente la línea y la mancha. La autora nos ha dejado algunos bellos ejemplos, entre los cuales citamos la aguatinta sepia sobre papel titulada Gato-Hombre, 1943, y el exquisito dibujo a
pluma y aguada magenta sobre papel, Personaje liquen, 1947. Ambos dibujos ha sido realizados siguiendo el principio de la libre asociación.

Estas obras resultan del poder de asociación que una mancha informe, arbitraria, desencadena en la imaginac ión. A la manera del test de Rorschach o del tópico de la pared de Leonardo da Vinci, la imagen final se extrae de la contemplación de la mancha que ejerce una extraña sugestión en quién la contempla. Inevitablemente, la imagen final representa lo que la pintora ve en sí misma. La vida psíquica inconsciente sale a flote por medio de la libre asociación. La percepción está al servicio de la indagación personal en la propia alma. En este buceo en la individualidad el inconsciente emerge súbitamente, proyectando un contenido semántico a la mancha aleatoria. Esta experiencia puede ser desconcertante, pero siempre es fascinante por su poder de asombro y de maravillamiento.


Hasta qué punto es "automático" el azar surrealista es algo ciertamente discutible. Depende más de la forma de pensamiento mágico de cada artista que de un estilo determinado. Peter Bürger establece una aclaración al respecto:

Podemos distinguir entre producción inmediata o mediada del azar. La primera surge en la pintura durante los años cincuenta, con los movimientos cono el tachismo, el action painting y algunos otros. Se trata de mojar la tela con el pincel. La realidad ya no es formada ni interpretada. Se renuncia a la creación intencionada de figuras en favor de un desarrollo de la espontaneidad, el azar abandona en buena medida la figuración. El pintor, liberado de toda presión y regla formal, se entrega finalmente a una subjetividad vacia. El sujeto ya no puede entregarse a algo exigido por el material y la tarea, el resultado deviene azaroso en el mal sentido de la palabra, o sea, que resulta arbitrario. La protesta contra aquel momento de coacción conduce al pintor no hacia la libertad de la forma, sino únicamente hacia la arbitrariedad, (...).Tenemos por otra parte la producción mediada de azar. Esta ya no es el resultado de una espontaneidad ciega en el manejo del material, sino que es, por el contrario, fruto de un cálculo muy preciso. Pero el cálculo se refiere al medio, el producto es bastante previsible. [9]

Las obras citadas de Remedios Varo que concilian el dibujo y la pintura desde una poética surrealista manifiestan la convergencia entre obras realizadas totalmente conforme a la técnica y las que son absolutamente azarosas. Parecen enfrentar los dos elementos creando una tensión inquietante. Precisamente porque coexisten en una misma obra, se dan sentido el uno al otro, se significan mutuamente. Existe entre ellos una complicidad sincrónica, incluso si no tienen nada que ver el uno con el otro. En el momento de la lectura lo importante no es la diferencia que existe entre el dibujo y la pintura, sino el diálogo poético que se establece entre los dos. El compromiso entre los dos puede ser armonioso o desacorde, pero siempre es mágico, porque mágica es también la manera en que la obra fue creada.


Notas

1. G. Durozoi y B. Lecherbonnier.El Surrealismo, Madrid, 1974. 11.

2. J. Van Lennep, Arte y Alquimia . Madrid, 1978. 260.

3. A. Breton, Les vases communicants . París, 1970. 171.

4. F. Huici, Fuera de orden, Mujeres de la vanguardia española . Madrid: Fundación Cultural Mafre Vida, (10 de febrero 18 de abril de 1999).31.

5. F. Huici, op. cit .. 31.

6. Ibid.. 31.

7. A. Monegal, El los limites de la diferencia. Poesía e imagen en las vanguardias hispánicas . Madrid: Técnos, 1998. 113.

8. Miró citado por A. Monegal, op. cit .. 130.

9. P. Bürger, Teoría de la vanguardia. Barcelona: Península, 1974. 128.

 

GO TO THE TOP OF THIS PAGE