Poética de Á MA ZÚ LÁT:
Los dominós de Jaime D. Parra
Maite Jou
Grupo de simbólica y de investigación del Imaginario
GRIAL y BRI de Barcelona
Al conocer la serie de poemas gráficos de Jaime D. Parra, construidos
con piezas de dominó, me hirió el recuerdo infantil de cuando
sólo el domingo era festivo y los hombres de mi casa -padre, abuelo,
tíos- se reunían en la galería de un patio interior
del ensanche barcelonés. Las mujeres hablaban a solas, los niños
nos entreteníamos a nuestras anchas: los hombres, en nubes de humo,
jugaban al dominó. En esas piececitas blancas con topitos negros
leo una época: en domingo (día del señor) los dominus
(señores) juegan al dominó dominando (nueva derivación)
la atmósfera del domus (la casa, la propiedad, el lexema común).
Paradógicamente, un espacio de libertad.
Cuando Jaime D. Parra eligió el dominó para sus poemas
gráficos, obedecía a un temblor distinto al mío. Iniciado
ya en distintas radicalidades poéticas (Rodolfo Hinostoza, Haroldo
do Campos, entre ellas) en 1974 se encontraba realizando el Servicio Militar
y se llevó entre sus libros -imposible saber por qué- uno
titulado Juegos de dominó españoles y exóticos
de José Úbeda Sánchez. El soldadito esporádico
español andaría un poco despistado de sus quehaceres cuando
al marcar el paso se dejaba seducir por la plasticidad de las huellas de
las botas. Hojeando el libro, encontró que la imagen repetida durante
el día guardaba gran parecido con el trazo de una pieza del dominó
esquimal, de formas irregulares. Nació una simbólica: "Dando
vueltas y más vueltas, y recorriendo el mismo lugar, comencé
a soñar y de pronto la desesperación que tenía me
fue dando la letra: "Estoy al borde de pegarme un tiro y ahora
tengo con qué . Pero pensé que debía dominarme,
y así del sonido, de las partidas del libro de dominós que
tenía, surgió la primera estrofa: Estoy/ al borde de ser
feliz / y voy a escribir con vino/ en siluetas / de gorriones ".
La transgresión del momento fue definitiva: cambiar la atracción
del abismo por la pulsión de vida a través del dominó-dominio
en voluntad de libertad (gorriones) con alegría (vino) a pesar de
los peligros (borde). Su primer poema gráfico adoptó la forma
elíptica, por influencia de la geometrización onírica
de Mario Lafont y una particular adjetivación figurativo-musical,
sugerida por J.A. Marfil: Los sueños elípticos melodominados
.
Apartir de este momento,
el itinerario
de los dominós de Parra fue desbrozando sugerencias. El número
de fichas del juego es de 28, igual número que el alfabeto castellano,
antes de la actual reforma. La combinatoria estaba en marcha, aunque optó
por mantener la tradición poética de la métrica silábica,
porque, lector de Schneider, sabía que en muchos sistemas místicos
las sílabas son el elemento creador. Además, no hay que olvidar
la revolución de la similitud de la huella y así, identificándolo
con su propio paso, se vio en la impronta de reconocerse como "andante
nómada exiliado", porque desde 1970 había iniciado su
propia partida vital: "Irme de un lado a otro para encontrarme en
otra parte o en ninguna parte, trazando un itinerario de hombre solo
". Había bautizado los dibujos de las botas como "huellas
linterna"; las fichas de sus dominós iluminaban pensamientos
poéticos, ideas / emociones.
Tras la primera serie, nacieron otros poemas en imágenes geométrico-dominado-
-musicales con fíchas blancas, indicadoras de estrofas. En una ocasión,
las piezas dejan de ser la ficha-zapatilla del Á ma zú
lát , nombre del juego esquimal, para irse estrechando desde
el pomo de una espada hacia el final de estrofa, el blanco, que hiende
el infinito superior: Homenaje a Cirlot , elegía sobre fondo
dorado, color simbolizante del espíritu medieval gótico del
autor cantado. La leyenda reza: "Al decir Lot el pomo de tu espada
llora Juan Eduardo en un color". Los topitos del pomo suman siete,
significando su vinculación a Dau al Set , al fin y al cabo
también un dominó geométrico (dado al siete).
Para Jaime D. Parra la construcción de dominós poéticos
fue tomando una consistencia cada vez mayor. Así, cada partida que
el creador hace consigo mismo es una experiencia que sigue leyes propias,
trazando distintas direccionalidades, para leerse los versos de dentro
a fuera, cuando adopta la forma de estrella, o a saltos, como en el caso
de la espiral. Otras veces es un descenso, como una bajada a los infiernos
o al subconsciente, el propio sótano. Cruces, ojos, rosas, esferas,
espirales, torres, pirámides, espadas. Cada forma una simbólica;
las palabras, pureza conceptista; los colores, sugerencias. Unidad pletórica.
Uno de estos poemas gráficos se construye en la forma de un zigurath
para recordar al amigo desaparecido, E. Torre Antón: siete escalones
en vertical, número mágico, y un total de 28 X 3 fichas,
los tres mundos conocidos ya por el amigo. Numerología mística
y paso de derecha a izquierda desde la sombra a la luz. Los seres sin sombra,
aquellos que nos han dejado, devienen en cuerpos de luz, siguiendo las
doctrinas del sufismo. El mito del amigo finado era el Prometeo de Hölderlin:
su dominó-zigurath es así axis mundi , montaña
del centro del mundo, según la simbología de Elémire
Zolla. La dedicatoria es explícita: "A E.T. , sombra / en luz
transformada".
Los más sugerentes de estos dominós se orientan sobre
todo hacia el simbolismo del centro, como el de los colores llevado a cabo
mediante palabras bisílabas titulado D mentes . En él
, construye un mandala en torno al adverbio en -mente y a la simbólica
del arco Iris (6+1 color, como indica René Guénon en Los
símbolos fundamentales de la ciencia sagrada ): rosa-mente,
azul-mente, añil-mente, etc. "Al pasar/ el prisma/ Iris, me/
detengo", dicen los cuatro puntos cardinales (del mundo, del cielo)
para significar lo mismo que en un poema suyo, esta vez no tan visual,
publicado en su libro Contrición bajo los signos (1978) y
destacado por José Mª Valverde: "Al pasar de lo divino
a lo humano, me detengo". En D mentes , el color nos informa
de la simbología de los tres estados: transparencia, lo intelectivo;
blanco, lo imaginativo; y coloreado, lo sensitivo. Pero destaca en la altura
el amarillo, al que denomina "gualda" por alusión a su
lugar de nacimiento, connotado doblemente: origen y aspiración a
lo dorado, a la luz. La lectura circular del poema, sin embargo, irá
produciendo cierto bloqueo extático con el que el autor desea que
el receptor llegue a dejar la mente en blanco. 
La dinamicidad de esta composición se compensa en otra en la
que prima estaticidad. Es el caso del poema Ésser ("ser"
en catalán) donde, sirviéndose de la forma del espejo -el
mismo dominó desdoblado- , provoca significados contrarios desde
el eje de simetría: Ésser = Ser: res (en catalán,
para el vocablo "ser" puede utilizarse indistintamente "ésser"
y "ser"; "res" en castellano es "nada").
Hay idiomas que permiten coyunturas especiales.

El autor no quiere limitarse a expresiones restrictivas. Hay dos tipos
de poesía. Uno de ellos se consume en su propio mensaje: se entiende
y se abandona. El otro posee consistencia: el lector lo tiene a su servicio
siempre. Se trata de dos ópticas. Al leer estos poemas gráficos
de Jaime D. Parra, A. L. Bouza observó que la palabra "dominó"
es el reino del "dominio", pero también del "dominus",
del señor que trabaja su mundo, ordenándolo, recreándolo.
Parra, más unamuniano de lo que se imagina, busca en estas obras
trascender sus desgarros: "Los dominós son una forma de dominar
en mis dominios, pero también de vencer mis demonios". Generalmente
se asocia arte moderno con arte profano; pero esto no siempre es cierto,
como bien ha visto José Corredor-Matheos, al contar con las visiones
Mircea Eliade o de Titus Burckhardt sobre arte. Si Joan Brossa se acerca
al mundo como si fuera un poeta zen, Gustavo Vega remite en sus formas
al oído, como el mismo Bashô. Se parece uno a lo que es.
De mi abuelo sólo conservo su dominó de marfil y ébano,
amarillento, comido en los bordes, cascarilleadas las esquinas, reliquia
de un mundo. Me fascinaba el rito que seguía para guardarlo: las
piezas de siete en siete, apoyadas en la pared de la caja, caían
a un ligero movimiento de muñecas dejando la superficie negra de
sus dorsos. Como un ejército. Al mirarlo ahora, tras bucear en esta
poética parriana, reconozco el blanco escondido en el negro y las
piezas pasan a ser de aquí y de allá, espacio a dominar y
espacio numinoso, soldados de libertad, ángeles -soldados de luz.
Oxímoron de dos mundos, el vivido y el soñado. La poética
de Á ma zú lát de Jaime D. Parra nos conduce
a la unidad: muerte (vida implícita) y sueño. Á
ma zú lát , esquimal, cercanía del axis mundi,
blanco polar, frío existencial, sílabas creadoras, dominós
en pasos de sombra hacia la luz. Sagrados presentes nacen en estos poemas
de huellas elípticas.
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